Artesia es una boutique de artesanías de lujo y una cafetería que se desarrolla en una casa preexistente del barrio Carrasco. El proyecto de arquitectura e interiorismo, realizado por Joanne Cattarossi Estudio, propone una experiencia espacial coherente con la identidad de la marca, centrada en la artesanía y los oficios de diversas comunidades latinoamericanas.
La intervención parte de la recuperación integral de la vivienda. Se restauran las puertas de planta alta, los pisos de pinotea y la escalera de granito, preservando la memoria material de la casa. Sobre este soporte se incorporan nuevos elementos que dialogan con lo existente. En el patio lateral, un espacio clave de la vivienda original, se proyecta una cafetería que integra interior y exterior mediante un techo móvil y un tratamiento paisajístico realizado por Cuqui Fernández.
El interiorismo acompaña esta lógica con una paleta blanca y un estucado continuo que unifica muros, arcos y superficies orgánicas. Las curvas actúan como hilo conductor y generan un recorrido amable, casi ceremonial, desde el acceso hasta los diferentes programas. La biblioteca de ingreso funciona como pieza central y organiza el flujo hacia el local o la cafetería, y también hacia el segundo nivel donde se ubica una sala de exhibición de piezas destacadas y un escritorio de uso interno.
La elección de materiales responde tanto a la búsqueda de calidez como a la voluntad de destacar los objetos y las piezas artesanales. La madera de roble se utiliza en pisos, mobiliario y en la biblioteca principal, aportando continuidad visual y equilibrio frente al estuco blanco. En el área comercial, las mesas circulares y los estantes integrados refuerzan la geometría orgánica del conjunto.
La iluminación se trabaja como parte esencial del relato arquitectónico. En el sector del local, el proyecto incorpora una lámpara originaria de África, tejida por mujeres de una comunidad local y concebida como una vista aérea de una aldea. Esta pieza se instala como corazón simbólico del espacio y expresa, desde el interiorismo, el espíritu de Artesia: la valorización del trabajo manual, la conexión con los orígenes y la celebración de historias comunitarias. En la cafetería, el lenguaje se complementa con lámparas chilenas elaboradas con plástico reciclado y técnicas ancestrales.
Un piso marroquí hecho a mano acompaña todo el recorrido desde el patio inicial hasta el final de la cafetería. Su diseño incorpora pequeños puntos negros que se transforman y multiplican a medida que el visitante avanza, hasta trepar por los muros del fondo. Esta seña lúdica y progresiva refuerza la idea de movimiento y descubrimiento, uno de los rasgos distintivos del proyecto.
En el muro antiguo que separaba la casa del patio exterior se abre un gran ventanal circular que establece una conexión visual amplia entre la cafetería y el jardín. Este círculo aporta contemporaneidad, amplifica la luz natural, e integra el afuera con el adentro. El sector exterior se completa con mesas y sombrillas, convirtiendo el espacio en una extensión natural de la cafetería.
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