Revista Libros
SOLEDAD GALLEGO-DIAZ / 1983 Arthur Koestler, uno de los más importantes escritores políticos de este siglo, apareció muerto ayer en su apartamento londinense, junto al cuerpo de su esposa, Cynthia. El autor de Darkness at noon (El cero y el infinito), la novela psicológica que constituyó en su momento una auténtica revelación sobre la Unión Soviética de Stalin, era miembro de la asociación Exit, que defiende el derecho al suicidio y a la eutanasia, de la que aceptó una vicepresidencia honoraria. Sus amigos creen que ambos pusieron fin a su vida de forma voluntaria. Cynthia se había hecho socia de Exit hace tres años. Koestier tenía 77 años de edad, y su esposa, la tercera del escritor, no llegaba a los sesenta.
La policía británica se limitó a informar que no existen "circunstancias sospechosas" en la doble muerte. Los cuerpos fueron descubiertos por la criada de los Koestler, sentados en dos sillones en una de las habitaciones del apartamento, en la plaza de Montpellier, de Londres. Aunque no se ha facilitado ningún detalle, parece que la criada encontró una nota manuscrita al lado de varios frascos de somníferos vacíos. La muerte del escritor anglo-hungaro fue confirmada por su agente, A. D. Peters: "Es verdad. Arthur Koestler está muerto". Koelster padecía la enfermedad de Parkinson, aunque sus amigos dicen que conservaba toda su brillantez intelectual. Cynthia, la mujer con la que se casó en 1965, no sufría ninguna enfermedad, que se sepa.Koestler gozaba de una enorme reputación en Gran Bretaña. Se afirma que fue él, con su acento húngaro que nunca perdió y su pequeña figura, quien convenció uno a uno a muchos de los miembros de la Cámara de los Comunes para que votaran a favor de la abolición de la pena de muerte. Koestler fue él mismo condenado a muerte en dos ocasiones, por el régimen de Franco y por Hitler. Muchos políticos británicos reconocen también la influencia de un libro de Koestler, Thieves in the night (Ladrones en la noche) (1949) en la decisión internacional de crear el Estado de Israel.
La opinión pública inglesa le conocía no sólo como un gran escritor sino también como un arriesgado aventurero. Koestler viajó por la URSS y por China en 1932, se subió a un zepelín sobre el Artico en 1931, fue corresponsal de guerra en la guerra civil española por cuenta del News Chronicle y luchó en la II Guerra Mundial en la Legión Extranjera.
Como intelectual, Koestler dió un giro completo en su carrera de escritor y político en los años 60: "He escrito todo lo que tenía que decir sobre democracia y totalitarismo, comunismo y progreso, temas que me han obsesionado durante veinticinco años de mi vida", afirmó. A partir de ese momento centró su interés en temas científicos y en la parasicología. En una entrevista relató su experiencia en una cárcel de Málaga: un día, a la hora en que los condenados a muerte eran llevados al paredón, sintió una llave en la puerta de su celda. El carcelero se dió cuenta sólo en ese momento de que estaba equivocado. Fue entonces, según algunos de sus amigos, cuando volvió a interesarse en la psicología que había estudiado en Viena.
El interés que demostró en sus últimos años por la parapsicología y la percepción extrasensorial le causó no pocos problemas con los críticos, que le reprochaban malgastar su talento en "tonterías".
En 1978 publicó un libro, Janus, que resumía los veinte últimos años de su vida y en el que afirmaba que poseía una doble personalidad: escritor político y científico. Arthur Koestler gustaba decir que estaba en un estado de "indignación crónica" desde su juventud en Budapest. "La forma más elevada de creatividad humana es intentar salvar el espacio entre el plano trivial y el plano trágico de la vida", dijo en una entrevista publicada en 1978.
Arthur Koestler hablaba siete lenguas. "El cielo para mí" -dijo una vez- "es poder escribir mil palabras al día". Según relató en una entrevista, escribir constituía para él un gran esfuerzo y nunca podía escribir más de doscientas palabras que considerara "satisfactorias". Los críticos afirman, sin embargo, que poseía una riqueza de lenguaje no igualada por otros escritores de su siglo. Cuando le preguntaron qué epitafio querría para su tumba, dijo: "Hizo todo lo que pudo pero supo que no había sido suficiente".
Paul Preston, quien no conoció personalmente a Koestler, opina que "fue fundamentalmente un escritor político". Para el historiador inglés "era un escritor importante aunque literariamente no fuera un gran novelista".
Dilema del ser humano
Acaso más que cualquier otro escritor, Koestler personificó el dilema del ser humano en el siglo XX. Su obra refleja e intensifica los choques sociales y morales de la época, el conflicto militar e ideológico entre totalitarismo y libertad, y la lucha de fuerzas antagónicas como la ciencia y la religión, entre la acción y la contemplación. El profesor Ramón Tamames comentó ayer que "pocas personas hoy pueden entender el mundo de nuestro tiempo si no han leído obras como Espartaco, en la que se refleja la rebeldía contra la opresión, o El cero y el infinito, un intento de encontrar la verdad entre la confusión, o si no han leído la autobiografía de Koestler editada en seis tomos por Alianza y en la que se descubre la senda de una aventura vital de nuestro siglo, en pos de la verdad y de la solidaridad".
Con el comienzo de la guerra civil, Koestler vino a España como corresponsal del News Chronicle, de Londres. Sus artículos sobre la ayuda alemana e italiana a los franquistas convirtieron a Koestler en presa de los fascistas, que le capturaron en febrero de 1937, acusándole de ser espía británico -con la misión de vigilar y reunir datos sobre los planes alemanes de capturar Gibraltar. En Málaga fue condenado a muerte. Tres meses después de su captura, el Gobierno inglés consiguió su libertad,, siendo canjeado por la viuda del capitán de aviación franquista Haya. Koestler firmó un documento prometiendo no volver a pisar tierra española. Y es precisamente su estancia en España la que, para el historiador Manuel Tuñón de Lara, "supuso uno de los momentos más importantes de su vida ya que va a vivir de una manera directa cantidad de problemas, complejos y contradicciones que era lo que necesitaba para ver el aspecto del problema: el fascismo. Pero tuvo también la lucidez para saber enfrentarse al otro aspecto del problema: su condición de intelectual y comisario político". Para el historiador español, con Koestler "quedará el testimonio del enorme desgarramiento intelectual que se sintió en el primer tercio de este siglo y, más concretamente, en los años treinta".
Las otras guerras
Un año antes del pacto de no agresión ruso-alemán, en 1939, Koestler había dejado el partido comunista. Se fue a París para editar un periódico alemán que atacaba a Hitler y Stalin por igual. A comienzos de la segunda guerra mundial, Koestler fue detenido e internado en el campo de detención de Le Vernet, experiencia que contaría en Scum of the earth (La espuma de la tierra) (1941).
En 1941 Koestler escribió Darkness at noon (El cero y el infinito), una novela basada en los juicios estalinistas de 1937. Cuenta la tragedia de un viejo bolchevique encarcelado por una nueva generación de comunistas y obligado a confesar crímenes contra el Estado de los cuales es inocente. Cosechó un gran éxito -fue traducida a treinta idiomas- y se considera como una profundízación magistral en la mente totalitaria. Más tarde publica Arrival and departure (Llegada y salida) (1943), de tema antitotalitario, y The yogi and the commisar (El yogui y el comisario) (1945), colección de ensayos que trata del papel de la inteligeritzia ante los cambios sociales, la revolución y la guerra.