Inicio de una larga perorata (estáis avisados)
Después de psicoanalizarme mucho – tranquilos, lo suelo hacer a solas, cuando nadie me ve –; he llegado a la conclusión de que en parte se debe a mi formación como lector. Durante muchos años en mi adolescencia, leí bastante poesía. Aunque los poemas que siempre me gustaron son aquellos que conseguía entender (los que hablaban de mí, como decía Luis García Montero), no cabe duda que la poesía nunca es del todo transparente. Dice mucho más de lo que aparenta, de ahí su magia, y la capacidad que tiene para crear dobles sentidos, paradojas, metáforas, etc.
Y es que a veces para poder explicar una historia compleja – y no hay nada más complejo que decir quiénes somos –; es necesario no solo evitar los atajos, sino irse un poco por los Cerros de Úbeda. O más concretamente: cambiar de perspectiva. Si vas por una carretera poco transitada seguramente irás más lento, habrá más posibilidades de que te pierdas, pero también verás más cosas, cosas que yendo por el camino de siempre no hubieras visto. Esto nos lleva a la paradójica conclusión de que nosotros, que somos simples pero no sencillos(1) , a veces tenemos que renunciar a la línea recta como el camino más rápido entre dos puntos.
Además, como ya me habréis oído decir desde este blog en más de una ocasión, una cosa es la realidad y otra muy distinta la percepción que tenemos de ella. En nuestra forma de relacionarnos con el mundo, siempre se produce un cierto fallo de perspectiva, un error de paralaje (no por casualidad este blog se llama como se llama); que nos impide ver la realidad tal y como es. Entre otras cosas porque ¿qué es la realidad? ¿Es algo objetivo, mensurable, ajeno a nosotros? ¿O más bien algo construido y con tantas interpretaciones como personas? Pues seguramente ni una cosa ni la otra, pero en nuestra relación con el mundo nunca podemos estar seguros de nada (y esto es lo único de lo que estoy seguro). Ahora bien, a falta de instrumentos más precisos, contamos con dos buenas brújulas: el corazón (intuición) y la cabeza (creatividad).
En otras palabras: el Arte
Fin de la perorata. Comienzo de la reseña propiamente dicha (¡ya era hora!)
Juan José Millás fue escritor antes que periodista. Y eso se nota. Él ha terminado creando un género nuevo: el cuento de opinión. O el artículo de ficción. O los articuentos como los denomina él y como se titula el libro que los agrupa y que os paso a comentar.
La distinción entre escritor y periodista aunque un poco forzada(2), es interesante, y viene muy al caso en esta ocasión, ya que otros revolucionarios del periodismo lo fueron precisamente por ser escritores de ficción antes que periodistas. Si tu eres escritor y desembarcas en una redacción, con unos géneros y formatos estandarizados y una necesidad de ser respetuoso con la realidad (¡otra vez ella!), lo más seguro es que termines desbordando por algún lado el molde que te imponen. Lo hicieron los iniciadores del nuevo periodismo(3) en los sesenta con la crónica y el reportaje, y lo hace ahora Millás con el género más bastardo del periodismo: el artículo de opinión(4).
Las dos características principales de estos articuentos son la brevedad y concisión por un lado y la profundidad y multiplicidad de sentidos por otro. Por un lado, tenemos la austeridad y síntesis expositiva que procede del periodismo. Por otro, la riqueza de dobles sentidos y de figuras retóricas que da la lírica. ¿El resultado? Una criatura mestiza que se beneficia de lo mejor de cada tradición sin renunciar a ninguna.
Mi edición. Existe otra más actualizada con los más recientes
Algunos de los temas de los que tratan estos articuentos se mueven en torno a los ejes que más preocupan al autor: el problema de la identidad, las partes del cuerpo como metáfora y sus dolencias físicas o metafísicas (y es que hay que decir que Millás es un hipocondríaco reconocido), las (múltiples) apariencias de la realidad. O el significado del lenguaje, ya que como sabéis , las palabras tienen poder(5)Lo que te vas a encontrar si decides la invitación de dejarte absorber por este agujero negro(6) que es el libro de Millás, son pequeñas cápsulas narrativas que dicen más por lo que callan que por lo que cuentan. Pero no te preocupes, se entienden sin problemas, no resulta enigmático ni difícil de seguir su camino, ya que aquí viene al rescate esa claridad del periodismo de la que hablábamos al principio y que sirve para ayudarnos a mirar a través de ese espejo deformado que es cada articuento. Y una vez dentro, Millás nos lleva como un guía de excepción en ese rodeo necesario que permite extraer del significante un nuevo e ¿inesperado? significado.
A modo de ejemplo, para que catéis la mercancía, ahí os dejo unos cuantos que me gustaron:Notas:
(1) Hablo de nosotros (Gabriel Celaya)(2) Y de hecho, el propio Millás no está de acuerdo en esa distinción. Entiéndase sin embargo que no le quito mérito a la escritura periodística, sino que la comparo con la ejercida por un tipo muy particular de escritor: el de novelas de ficción.(3) Lo conté en esta entrada: Sobre ficción y periodismo.Y lo seguiré contando, porque el tema me encanta(4) La opinión es el pariente más alejado del periodismo porque a diferencia de sus hermanos de información e interpretación es el que tiene una relación más tibia y subjetiva con la información (realidad), si bien se sigue rigiendo por principios tradicionales de la redacción en prensa, como son la concisión, la brevedad y un cierto grado de cercanía con la cotidianeidad.(5) Leer es rebelarse (JJ. Millás)(6) El libro (JJ. Millás)