Que me perdonen los profesores de Lengua y los filólogos hispánicos y por ende los académicos de la RAE: sé que "estudianta" es incorrecto, pero quería darme el gusto con esa tontuna lingüística en un intento de hacer llamativo el título del artículo.
Fui estudiante de la LOGSE, esa etapa educativa nacida en España allá por 1990 bajo el nombre de Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo, que queda más fino. A este sistema lo tachan de pobre, flojo y poco exigente comparado con el ya antaño EGB (Educación General Básica) y su posterior BUP (Bachiller Unificado Polivalente). He llegado a oir comentarios del tipo: alumnos pésimos, asignaturas absurdas como Tecnología o Música y nivel educativo bajo. Para mí nada cierto, pues la LOGSE (y todas las etapas previas para llegar a ella) son el germen de una educación y cultura básicas que aportan los conocimientos necesarios para sentirse "humanizado". Y esto es aplicable a cualquier sistema o ley educativa, más allá de debates políticos o ideológicos.
En parvulitos, la actual educación infantil, aprendí a escribir mis primeras letras llevando un babi puesto con mi nombre bordado: las vocales, que ya que solo son 5 me cabían en la mano; una vocal por dedito. Aún conservo las fichas de aprendizaje: A para Araña, E para Elefante, I para Iglesia, O para Ojo y U para Uña. Ni que decir tiene del juego que hacíamos con los dedos de una mano para aprendernoslas, mágico y único: A-E-I-O-U .... y la manita hacía como que bailaba mientras repetías las vocales. Luego, los diez primeros números. ¿Sus fichas? 1 el soldadito de plomo, 2 el patito, 3 la serpiente, 4 la silla, 5 el conejito .... también conservadas, manchadas con plastilina de colores y pintarrejeadas. Siendo un poco más grande, llegaron los cuadernos de preescritura: simples trazos torpes a lápiz en palabras como "mamá", "perro" o "casa"; primeros intentos de escribir vocablos con significado mientras aprendía el abecedario.
Ya en la primaria empezaba a estudiar "cosas serias" como Lengua (y los cuadernos de Caligrafía Anaya en los primeros cursos); Matemáticas (empezando por los conjuntos A y B y acabando con los problemas Rubio); Conocimiento del Medio (el cuerpo humano, historia y sociales); Plástica (venga a dibujar); Música (tocando la flauta que es gerundio) o Educación Física (gimnasia de toda la vida resumida a correr primero la pista de futbito) o Inglés con Road to English (Hello I´m Dick. Hello I´m Kate. Hello! Hello! Oh what´s your name?).
La ESO (Educación Secundaria Obligatoria) era más de lo mismo pero más dificilito y sobre todo con más asignaturas, algunas ampliadas en el 2º ciclo, pero todas tenías que llevarlas al día: de las básicas como Matemáticas o Lengua (+ Literatura), añadías Física o Química más Biología y Geología (todo en el pack de Naturales); Geografía e Historia (las Sociales), Ética (porque nos empezaban a tocar la moral) o Tecnología (para ser un/a manitas en casa). Por no hablar del resurgimiento de las materias optativas como Ajedrez, Informática, Cultura Clásica o Taller de Astronomía. Estos años me los pasé estudiando fracciones, números primos, calculando el máximo cómun divisor y el mínimo común múltiplo, resolviendo el teorema de Pitágoras ... mientras leía El Quijote de Cervantes y Las Coplas de Jorge Manrique. A la par me rompía la cabeza con la tabla periódica de los elementos, me perdía con tanta fecha histórica y me costaba poner Do en mi flauta de plástico que siempre desafinaba la muy ** por más que la limpiaba. También empezé a coquetear con el francés, pero no me conquistó más allá del Bonjour Ça va?. Al menos recordarlo me lleva a reirme siempre al acordarme de la pronunciación chistosa del número 40.
En Bachiller el ambiente se discernía, y era común oir ¿ciencias o letras? Me decanté por estas últimas y aquello era otro cantar (en historias): Historia Contemporánea Mundial (con las dos Guerras Mundiales, complejísimas) y de España; Historia de la Filosofía (desde Platón a Kant); Historia del Arte (arquitectura, escultura y pintura) o Latín arcaico y Griego moderno, que me ayudaron a conocer mucho más el castellano. Todo de "empollar" como se decía. Bajaba el número de materias (unas 12 de Secundaria a unas 9), pero todo en mi caso "de Humanidades"; materias que me enseñaron a amar una letra más que un número; un diccionario más que una calculadora.
Y luego llegó la Universidad: vía Humanidades, carrera Filología Inglesa con el idioma de Shakespeare continuamente metido en la cabeza: fonética y fonología; traducción; mucha literatura (inglesa y americana); cultura, geografía e historia de los países anglófonos; lingüística inglesa aplicada; historia del la lengua inglesa (Old, Middle y Modern English); métodos de enseñanza y aprendizaje del inglés y el italiano como 2ª lengua. Entré con nivel intermediate y salí con un advanced. Y seguí con un Posgrado ...
En fin, que fui estudiante de la LOGSE. ¿Que qué me ha enseñado cada estapa? A culturalizarme, a pensar, a ser racional, escribir y hablar con corrección, sin faltar a ninguna norma, a estudiar para aprender, a valorar el esfuerzo que requería un aprobado y pasar de curso, a amar las letras y la cultura, aunque se me haya olvidado cómo hacer una raíz cuadrada (pero es que soy de letras). Pero mientras sepa que 2+2 son 4 y que menos 2 vuelven a ser 2, dónde situar Finisterre en un mapa y no confundir un Picasso con un Velázquez, seguiré diciendo que estudié la LOGSE.
El artículo no pretende valorar y/o criticar la calidad educativa en España (politiqueo nada), ni defender la LOGSE a muerte (aunque sí la educación en general), sino que refleja de manera irónica y jocosa mis años de estudio dentro de este sistema y sus estapas previas y posteriores. La incentiva surge como contrapunto a raíz de descubrir en Facebook la existencia de unos grupos llamados "Yo también soy víctima de la LOGSE" y "Asociación Víctimas de la LOGSE", con los cuáles NO me siento identificada.
Filóloga Bibliófila