Durante estos días de veraneo en una localidad castellonense de belleza monumental y ambiente abocado al turismo familiar, he tenido tiempo, a parte de disfrutar como un cosaco de mi familia, de palpar el estado actual de los gustos musicales de nuestros peques. Los resultados de este ejercicio de periodismo de investigación de ir por casa han sido, como poco, inquietantes y perturbadores.
Sólo hacia falta dar una vuelta por el paseo marítimo al atardecer para ver lo que daña ya a temprana edad los delicados tímpanos de estas inocentes criaturas. La culpa, en gran parte, la tienen los padres, que son a la postre quienes más influyen en ellos durante la primera etapa de sus vidas.
A estas alturas de post me gustaría hacer un llamamiento a estos que dicen que quieren a sus hijos:
—por favor, si carecéis de criterio y/o gusto musical, mejor que no pongáis, en presencia de estos, vuestra emisora de radio preferida o el cd de turno surgido de vuestra nefasta elección; disfrutad del silencio y así al menos no influiréis en esas tiernas cabecitas que, para más inri, lo absorben todo sin distinción.En los grupos de animación infantil, ya fueran callejeros o de hoteles, reinaba en su top ten particular el rompepistas (y rompe todo lo que encuentres por delante si la oyes más de dos veces seguidas) Ai Se Eu Te Pego, por insultante goleada. Le seguía la "pegadiza" (por lo de las ganas que te entran de pegarle una paliza a su creador en cuando la escuchas) Soy Una Taza o una tetera o un cuchillo o un tenedor. Como colofón a toda esta enajenación sonora y en tercer lugar la vomitiva Chu Chu Ua, con la cantarela de la compañía y sus jodidos brazos extendidos, puños cerrados, dedos hacia arriba y así hasta llegar a convertirte en un anormal de carrito, haciendo el más grande de los ridículos al seguir sin rechistar sus delirantes instrucciones coreográficas.
La preocupación ha sido mi sino, la indignación ha copado mi ser y las arcadas se han hecho omnipresentes durante lo que a la postre debian ser paseos relajantes y reconfortantes al final de cada jornada estival.
Sólo tenía una opción y así lo hice; los tampones en los oidos tanto para un servidor como para su familia han sido mi mejor inversión hecha en años. De esta manera se podía pasear sin riesgo alguno para nuestra integridad, tanto física como psíquica, y disfrutar en toda su dimensión del ocaso del día sin tener que ponerle banda sonora a ritmo de insulsa y repelentemente supuesta canción del verano infantil.
Un oasis en este desierto de tortura sonora puede ser la recuperación de canciones de la gran Teresa Rabal, nuestra Xuxa patria, si, ya sé que las comparaciones son odiosas en todos los sentidos pero que queréis, no doy para más. Pues bien, como decía he podido disfrutar en contadas ocasiones de entrañables revivals tanto de esta artista inclasificable de sonrisa sempiterna como de otros hits de antaño de grupos imberbes como Parchís o Regaliz. Bueno, musicalmente tampoco es que todo esto sea la panacea del buen gusto, pero comparado a lo anterior lo convierte en música celestial.
Lo peor de todo no son esas odiosas melodías que penetran por los poros de tu piel hasta poseerte irremediablemente para tu desgracia, sino que además vienen con hipnótica coreografía incorporada que no sabe de edades ni de estado mental. Así puedes ver a tu criatura de pocas primaveras bailando ejercitando gestos y poses más propios de salas de strippers o de gabinetes psiquiátricos, que de patios de recreo.
Como conclusión, no es que cualquier tiempo pasado fuera mejor, aunque si que es verdad que con programas de televisión como La Bola de Cristal o Cajón Desastre nuestra generación tuvo mucho de ganado, pero el presente más rabioso tampoco no es el más halagüeño para las tiernas orejitas de nuestros vástagos.
Excepción gloriosa y motivo para la esperanza la banda sonora que ha compuesto nuestro admirado Guille Milkyway para Jelly Jamm. Veinte canciones incluidas en esta serie de dibujos de los creadores de Pocoyó y que se emite por Clan TV.
Que siga el ejemplo del genio de La Casa Azul, desde aquí animo a grupos como Second, Love of Lesbian o Los Planetas a subirse al carro de esta ONG imaginaria de reciente creación y de nombre: "¡Salvemos el aparato auditivo de nuestros niños!". De mayores, seguro que nos lo agradecerán.