LOS MONOS TRIUNFADORES
Por JUAN JOSÉ LAJARA CÓRCOLES
Los monos triunfadores siempre ganan la partida, hagas lo que hagas, siempre te esperan en una esquina, en un resbalón de moral, en una escalera con final, en una vida con fecha de caducidad. Te esperan sonrientes, te espían en silencio, y cuando menos te lo esperas, te dan su golpe de negatividad, de pesimismo, de vana gloria, de pena, de vergüenza, ó nos crecen demasiado, llevan nuestras ilusiones al cielo y antes de alcanzarlo, nos dejan caer de nuevo a la tierra, a la vida llana, vacía de sentimientos, a nuestra vida llena de trabajo, de esfuerzos para obtener nuestro granito de oxigeno y Paz. Y todo para conseguir amor, esos escorzos de amor que nos hagan respirar y olvidarnos del dolor de su tormento psicológico, mental, así es su ataque.
Nos hablan en susurros, entre el silencio que originamos al pararnos a pensar, en el bosque de las dudas, nuestro siguiente paso, nuestro siguiente acierto, entonces ellos hablan, nos sacuden con una verdad tan legítima y tan verdadera, que entre la negrura espesa del bosque y la falta de luz por la copa de nuestros sueños, nos sacudimos en el muro de la vergüenza, de la realidad, de nuestra ignorancia, de nuestra falta de acierto.
Por nuestro orgullo quedamos prisioneros en su prisión invisible de gozos y sombras, por nuestra soledad, incluso la soledad compartida, esa que no vemos, pero sentimos, porque una venda nos tapa el ojo del corazón, y no vemos que alrededor tenemos a gente que nos ayudará si se lo pedimos, incluso sin pedirlo, dando un abrazo a nuestra espalda y preguntando si nos pasa algo, pero estamos tan envenenados, tan frustrados por nuestros tropiezos, que con eso no basta, y plantamos cara al mono más valiente y aguerrido, al duro de pelar, el mono de nuestros propios miedos, a la apatía, a la indiferencia, y por solos que estamos o que nos sentimos, asistimos anonadados al mono del olvido, a nuestra propia vida olvidada, a esos deseos que se reflejan en el espejo de la realidad, prisioneros de un mono que nos mira con su prepotencia habitual, con su sombra negruzca que asciende desde el suelo y nos engancha el alma llena de colores, para ensombrecer nuestra ilusión y esconder, en algún sitio, nuestra luz infinita.
Nos hemos transformado en un hombre gris, en alguien sin ilusión, sin risa ni sonrisa, sin un comentario jocoso que le haga despertar.
La única forma de salir adelante, es recordar nuestras ilusiones y no perderlas jamás, soñar es gratis y necesario, porque nacen en una región cerebral donde no manda nadie. Sigue tus sueños como si fueran reales y en minifalda, lucha con ellos a través de tus ilusiones y logros, a través de tus luces y colores, a través del lenguaje del alma.
Abre tu mente querido mortal, haz que tu nombre sea recordado para siempre en los anales de algo, lo que sea, pero vive eternamente en el recuerdo de tus seres queridos, que tu alma quede libre cuando abandones el pasaje, que tu esencia se quede con nosotros, que nos impregne de todo lo positivo de tu alma, que nos lleve al centro de tu ser, solo así podremos terminar tus obras, o mejorarlas, con tu permiso, o simplemente llevarlas hasta el infinito y más allá, solo así serás libre de los monos triunfadores.