Hoy, en nuestra sección “Artista del mes” nos acercamos a la figura del joven pianista Ramón Grau.
Ramón Grau nació en Úbeda (Jaén) en 1989, aunque muy pronto se trasladó a Algeciras (Cádiz). Terminó el grado medio de música en La Línea de la Concepción y posteriormente se trasladó a Madrid, donde finalizó con matrícula de honor los estudios superiores de piano en el Real Conservatorio Superior de Música con Ana Guijarro.
Con este brillante curriculum, se desplazó a Budapest (Hungría) para perfeccionar su formación de la mano del profesor Jandó Jenö en la Universidad Franz Liszt.
Acumula numerosos premios, como los segundos puesto del concurso de Juventudes Musicales de Granada (2005) y del XXXII Concurso Nacional de Piano “Marisa Montiel” en categoría Concertistas Noveles (2013). Se alzó con el primer premio en otros muchos certámenes, como el XXV Concurso Nacional de Piano “Marisa Montiel” y Villanueva del Rosario en categoría juvenil (2006) y el XI Concurso Peninsular de Piano “Real Club Náutico de Vigo”.
Ha actuado como pianista solista en festivales internacionales de música como los de Jimena de la Frontera (2003), Lucena (2005 y 2006) y Úbeda (2013). Como pianista escénico ha trabajado en el Teatro Español de Madrid (La Caída de los Dioses, 2011 y Antígona, 2013).
Pianista del Teatro de la Zarzuela de Madrid y pianista acompañante en la Escuela Superior de Música Katarina Gurska de Madrid, forma un dúo concertístico con Sylvia Torán.
Recientemente, Ramón Grau estuvo en Gibraltar para grabar un concierto de Zarzuela organizado por la Sociedad Filarmónica de Gibraltar y donde estuvo acompañado por la soprano Raquel Lojendio y el barítono Javier Franco.
NUESTRA ENTREVISTA CON RAMÓN GRAU
¿Cuál es tu nombre completo?
Ramón Grau Perales
¿A qué edad empezaste a tocar el piano? ¿Fue decisión tuya?
Comencé a tocar a los 8 años. Fue iniciativa propia. En mi casa se escuchaba mucha música clásica y me gustaba especialmente un disco de valses de Chopin, Imaginar que un día podría tocarlos era fascinante, así que me decidí a estudiar piano. En mi familia hay músicos, mi madre es bailarina y mi padre escritor. Así que el gusto por el arte y la música es algo que, por suerte, me abrazó desde pequeño.
¿Cuál fue tu primer piano? ¿Lo sigues teniendo?
Mi primer piano fue un Symphony vertical que me regalaron mis padres cuando tenía 10 años (hasta entonces tenía un teclado Casio que aún conservo con mucho cariño) y que me ha acompañado diariamente hasta el fin del grado medio. Aún estudio en él cuando voy a casa de mis padres.
¿Cuál ha sido el momento profesional más emocionante de tu vida?
¿El momento más emocionante? No sabría decir si hay uno que destaque. He tenido muchos momentos en los que he sentido plenitud a través de mi trabajo como pianista. Podría mencionar momentos en que he cumplido deseos de mi infancia, como tocar las Noches en los Jardines de España, de Manuel de Falla, con orquesta, lo que sucedió en noviembre de 2019 en Hradec Králové (República Checa); tocar el Concierto número 2 de Chopin, que ocurrió en 2011 con la orquesta del Conservatorio Superior de Madrid…
En estos momentos estoy viviendo un momento muy emocionante como compositor, escribiendo la música del largometraje musical El Fantasma de la Sauna, de Luis Navarrete, donde por supuesto el piano tiene un papel importante.
Trabajar en cine significa compartir ideas, emociones, gustos, trabajo y talento con muchas (y realmente muchas) otras personas de diferentes ámbitos artísticos y técnicos, lo que supone un enriquecimiento personal y profesional de valor incalculable.
¿Y el más complicado o frustrante?
Los momentos frustrantes tienen que ver con desenfoques, cuando uno no está en la entrega a la música, en la escucha del sonido y del cuerpo, en el disfrutar del momento.
Todos hemos vivido clases difíciles, de las que uno sale desmotivado, decepcionado consigo mismo, actuaciones en que hemos estado nerviosos, temblorosos… Lo que ha ocurrido entonces es que hemos estado pensando en qué me dirá el profesor, qué opinará el jurado, qué opinará el público, si me equivocaré, si me pondré a temblar, si me quedaré en blanco… Cualquier pensamiento que eluda estar a lo que hay que estar.
Podría hablar también de otro tipo de frustración, una frustración político-cultural acerca del mercado de la música clásica (y del arte en general) en España. Y es que hay demasiadas interferencias entre lo administrativo y lo artístico.
En España contamos con mucho talento y una cultura musical y artística única y riquísima, de lo cual la administración española, lenta y varios siglos atrasada, no parece haberse percatado. Demasiada burocracia y poca eficiencia, poca accesibilidad del músico a vivir de trabajar como músico, pocos circuitos de conciertos y espectáculos, poca remuneración, poca oferta, casi inexistente amparo legal.
Recuerdo las palabras de una gran artista de la lírica española: «Hay tres salidas en España para un músico: por tierra, mar y aire». No es la falta de cultura la causa de esta precariedad, sino el muro gigantesco que la política española y su administración han levantado y aún levantan cercando el arte, quizá por temor a que el talento se imponga sobre la mediocridad y se produzca un cambio de paradigma.
¿Quién ha sido tu mayor inspiración?
Fuentes de inspiración como pianista tengo varias. Podría destacar a Marta Argerich y a Alicia de Larrocha. Desde hace unos años, ha sido el universo del fortepiano y la interpretación históricamente informada el que me ha arrojado luz para encontrar una forma propia de tocar y de vivir la música en el piano moderno.
Si pudieras ser otra persona por un día, ¿quién te gustaría ser?
Cada día soy diferente. Lo emocionante es no saber cómo seré al día siguiente.
¿Tienes alguna manía antes de salir al escenario?
Estar un momento a solas en silencio para concentrarme.
¿Qué querías ser de pequeño?
De pequeño quería ser basurero. Me encantaba ver a los basureros asidos del camión sobre las plataformas traseras viajando como si volaran por encima de la calle.
Si no hubieras sido pianista, ¿qué te hubiera gustado ser?
Difícil pregunta, porque desde que me puse delante de un piano a los 8 años quise dedicarme a la música. Quizá si no hubiera sido músico, hubiera sido bailarín. De hecho, he tomado clases varios años de ballet y danza española y he salido al escenario también para bailar, desde luego en un plano amateur.