El dolor cervical es una patología dolorosa de alta incidencia, se calcula que dos de cada tres personas de la población general sufrirá dolor cervical a lo largo de su vida. El origen puede ser óseo, muscular o nervioso.
La artrosis cervical es una de las causas más frecuentes de dolor cervical.
La artrosis cervical es un proceso degenerativo fisiológico crónico, que suele agravarse a medida que envejecemos, aunque la sintomatología dolorosa es variable, depende mucho de cada paciente y de su experiencia de dolor previa.
En la artrosis cervical interviene el proceso de envejecimiento de los componentes de la columna vertebral cervical. Habitualmente el elemento más afectado son las articulaciones cervicales. La articulación está compuesta de una superficie ósea recubierta de cartílago, bañada en líquido sinovial y envuelta por una cápsula tendinosa.
En el envejecimiento de estas articulaciones se establecen fenómenos de desgaste, deformación ósea e inflamación local que derivan en las crisis agudas de dolor cervical. Pueden aparecer contracturas musculares secundarias, que también son causa de dolor.
Artrosis cervical, diagnóstico y tratamiento
A la hora del diagnóstico de artrosis cervical, hay que establecer el diagnóstico diferencial con otros procesos de dolor cervical como neuralgias, radiculalgias, artritis inflamatorias, etc.
El dolor de la artrosis cervical es un dolor multifactorial y que, por tanto, hay que tratarlo de manera multimodal para conseguir un adecuado control del mismo.
Por un lado, hay que tonificar y fortalecer la musculatura cervical, para que actúen como una armadura que ayude a mantener estable la columna cervical. Si hay puntos dolorosos o trigger en la musculatura hay que tratarlos, bien con medicación o con infiltraciones de los mismos.
Por otro lado, tenemos que tomar un tratamiento médico que controle el dolor, de manera que nos permita llevar a cabo una vida normal, a pesar de la artrosis cervical.
Si es necesario, se pueden llevar a cabo infiltraciones en las articulaciones cervicales (facetas cervicales) y aplicar anestésico local y corticoides, o radiofrecuencia, de manera que este dolor esté lo más controlado posible. Estas infiltraciones se suele realizar de manera periódica y, siempre, dentro de un programa multidisciplinar del tratamiento del dolor.