Hola, soy Arturo Pérez-Reverte
Y tú un gilipollas
Va de machote cuando en realidad es un faltón hasta con sus fans, a los que no duda en llamar gilipollas o perfectos mierdas. Pero cara a cara es un acomplejadito endofobo que solo es patriota cuando necesita vender.
También un vendido, acercándose siempre al sol que más calienta, a la mano que más paga y a la voz que más se escucha. En Twitter es un flammer de manual, los artículos que enlaza no son nada del otro mundo. Se suele limitar a señalar los problemas, pero no aporta soluciones.
Para él todos son idiotas, gilipollas. Cervantes o Shakespeare, unos principiantes.
Se cree el nuevo Galdós, pero no llega ni a un Risto Mejide de las letras. Un folletinista aventajado, un hábil fabricante de bestsellers, astuto y mediático.
Sus libros tratan de espadachines que bien podrían ser uno de esos de Elige tu propia aventura.
Todos sus héroes revertianos (Falcó, Alatriste, El Cid...) están todos cortados por el mismo patrón.Tipo duro cabrón que no lucha por ningún ideal sino por sí mismo y su propia supervivencia. Están plagados de anacronismos e inexactitudes y pretende pasar por novelas históricas una colección de estampas de acción, llena de anacronismos, y el lenguaje macarra del siglo XXI. Literatura de hipermercado, de la que puedes encontrar en las secciones de libros del Carrefour al lado de el libros de Elrubius o el de Auronplay.
Las ganancias las invierte en implantarse pelos del escroto en la cabeza en Turquía, pelea que pir lo que se ve, va perdiendo.
Biografía
Anda, unas gafas nuevas
Una factura falsa y que
la pague TVE
En esa época, con un look que intentó imitar Superman con Clark Kent, pagaba a los milicianos para que pegasen tiros mientras hacía sus entradillas a cámara delante de ellos. Así parecía que detrás de él se estaba librando una batalla.
Se creía un macho Alfa, pero era un Beta. El Alfa es su hermano, un policía corrupto que asesinó a unos atracadores para quedarse con el botín. Pero él era un nerd con camisa del Alcampo 2 tallas más grande. Un tirillas con gafas de nerd y peinado de la primera comunión que se la cascaba con fotos de Susana Estrada.
Luego fue un patético, locutor en un programa de radio llamado La ley de la calle. Un programa muy regulín con el que conseguía el efecto contrario al pretendido, y cualquiera con un poco de vida y de calle, se podía dar cuenta de ello.
Luego presentó el programa Código uno, programa del que renegó públicamente por considerar que contenía «basura». Sí el mismo lo dice nosotros no le llevaremos la contraria. Evidentemente lo echaron del programa por decir eso y lo sustituyeron por Julio César Iglesias.
Un día se levantó por la mañana pensando "he tenido una idea cojonuda para un libro, soy un puto genio" y empezó a escribir libros, plagiando a troche y moche.
El primero fue Territorio Comanche. Un libro que consiguió que lo echaran de TVE, ya que el muy listo ponía a parir a sus compañeros, incluso alusiones a un compañero que murió de Sida y alardeaba de que justificaba gastos en zonas de guerra con facturas falsas. Ironías de la vida acabó en la calle como su enemiga Angela Rodicio tras chivarse de ella.
Primero intentó pedir la excedencia, pero TVE le dijo que ni de coña. Luego quiso dárselas de digno dimitiendo, cuando realmente ya estaba sentenciado y abierto una investigación sobre sus cuentas.
Desde entonces se dedica a escribir libros con tramas ramplonas y archimanidas. El que le hizo famoso, La tabla de Flandes es un coñazo de esos que no te lees ni aunque te los mande el médico para salvar tu vida. Los personajes llegan a conclusiones porque se lo había dicho el escritor, sin una secuencia lógica causa-efecto. Y el final, más previsible que un episodio de El Equipo A.
Ya siendo famoso, escribió El capitán Alatriste, una saga que solo sirve para dárselo a leer a un niño de 12 años. El muy rencoroso creó como personaje en Alatriste a Jordi García Candau, que fue el que lo echó de TVE para poder matarlo.
Desde entonces ha vivido del cuento y se dedica a hacer el gilipollas y el perfecto imbécil en twitter, plagiar algún que otra obra y publica columnas en periódicos, pontificando, demostrando un alto grado de indigencia mental o escribiendo sobre anécdotas de su vida cotidiana, que se supone que nos tienen que resultar interesantes a los pobres mortales, porque él es una persona famosa.
Que te den morcilla Perez Reverte.