En México, han sido asesinadas dos periodistas mexicanas que trabajaban el la revista Contralínea. Los cadáveres se encontraron en Iztapalapa con signos de violencia y estrangulamiento. Aunque las fuentes indican que fue un femenicidio, lo que aquí llamamos violencia de género, no hay signos de violencia sexual ni se determinan las causas por las que los asesinatos tuvieran una carga machista.
Más bien habrá que sumar a la lista de 70 periodistas asesinados desde el año 2000. México va logrando llevar su nombre a la cúspide de las listas de periodistas asesinados por difundir su trabajo e investigaciones. Las asesinadas eran Ana María Marcela Yarce Viveros y Rocío González Trápaga, madres de familia y seres humanos.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) condenó enérgicamente el asesinato de las comunicadoras e inició una queja de oficio.
La Comisión de los Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) consideró que el crimen atenta contra la libertad de expresión y la convivencia social en la ciudad de México.
Digamos, simplemente que estos actos denigran al ser humano y punto.