Trajano le avisó de que se encontraran en El Tugurio, tenía información importante. No quiso decirle nada más por teléfono. Cuando se vieron tuvo enfrente a otra persona. No es que hubiera superado el resfriado o que se hubiera cambiado de ropa, no, es que había mudado de cara, incluso parecía que había transformado su vida. Estaba demudado, cansado, nervioso, lleno de incertidumbres.
– ¿Qué pasa Miguel? –le dijo preocupado.
– Estamos metidos en una buena, comentó de forma aturullada mientras agitaba sus brazos con violencia.
Malpartida dejó que se calmara un poco y que retomara el aire.
– ¿En qué sentido?
– Van a por ti, muchacho –dijo con toda la franqueza del mundo.
– ¿A por mí? Pobrecitos. ¿A quién puedo interesar?
– No lo sé, pero algo está pasando que se escapa de lo habitual. Parece que no quieren que nadie meta las narices en este asunto. Y han descubierto que estás merodeando por ahí.
– Lógico. Nunca gusta que los detectives estemos en medio. Y menos a Barredo. Ya sabemos cómo es la colega.
– No me refiero a la policía. Estoy hablando de gente especial –dijo serio, sin un ápice de su habitual tono desenfadado.
– ¿Qué tipo de gente? Me estás metiendo miedo en el cuerpo.
– Gente que no se identifica. Lo que te cuento te lo digo por nuestra amistad, pero no quiero que salga de tu boca ni una palabra porque me la juego de verdad.
– Tranquilo.
– Dicen que el tema de Mato es del más alto nivel. De hecho, incluso Barredo está teniendo muchos problemas en sus pesquisas. Algunos comentan que la van a quitar de en medio.
– Hombre, yo he averiguado que era un hombre difícil y que en los últimos tiempos había comenzado a demandar la independencia de este país–afirmó Malpartida queriendo aportar alguna hipótesis.
– Bah, eso no es nada grave. Echa un vistazo a tu alrededor. Si hubiera que matar a cada persona que dice ser independentista, este país se quedaría desierto. No, es un tema distinto. Parece que estaba investigando algo de mayor trascendencia.
– ¿Algún avance en nanotecnologías, por ejemplo? Había sido contratado por la empresa NANOTEC para ayudarles a mejorar sus niveles científicos. He visto su extracto de cuenta del banco y recibía ciertas cantidades, aunque no demasiado abultadas. No entiendo mucho del tema, pero seguro que hay muchos intereses en esa materia.
– Pudiera ser. Encaja, aunque no te lo puedo asegurar. Quizá deberías hablar con Barredo. En esta ocasión puede que os interese unir fuerzas.
– No estaría mal –comentó pensando en que igual de paso podía echarle los tejos. Desde que se había enterado que Trajano se había acostado con ella, le gustaba más.
– Yo poco te voy a poder apoyar. Me han dicho que me aleje de ti si quiero seguir representando a alguien en este país.
– ¿Quién te ha amenazado? Porque eso es una amenaza, ¿no?
– Déjalo, más vale que no lo sepas, te pondría en el disparadero. Andate con ojo. Te van a vigilar. A partir de ahora, da por hecho que tu teléfono está intervenido, así como el resto de las comunicaciones, y que pueden estar escuchando nuestra conversación en este mismo momento.
Ambos miraron con prevención a sus teléfonos móviles colocados sobre la mesa del bar. Al menos Malpartida no era uno de esos obsesos de la tecnología, así que lo tendrían más difícil de localizar. Por no tener, no tenía ni mail.
En cualquier caso, Trajano puso en situación a Malpartida. La investigación había concluido que había sido asesinado en el sótano del edificio por el arma de calibre pequeño encontrada en el suelo. Parece ser que el desván donde fue encontrado estaba incluido en el alquiler, aunque nadie lo sabía, y que guardaba material clasificado.
– La documentación ha pasado a manos de un grupo especial que se identifica como la Unidad Total de Inteligencia (UTI). Ni la policía ha podido tocar nada.
– ¿Del CEI?
– Puede. Desde luego no son de aquí.
Trajano no era un cobarde, ni mucho menos. Había estado infiltrado en varios grupos de izquierdistas y había ayudado a desmantelarlos con gran riesgo para su vida. Así que lo que le decía se salía de lo normal. Imaginaba que a él también le estaban presionando para que se alejase del asunto y se resguardara en su familia.
– De cualquier forma, sigue contando conmigo para lo que necesites. Sólo que tendremos que andar con más cuidado.
Cuando se despidieron acordaron comunicarse a través de Francisco.
– Siempre que quieras verme, déjale un mensaje en su móvil y él me avisará. Lo mismo haré yo. No creo que nadie sospeche de un portero tan incompetente como el mío. En cualquier caso, parece que volvemos a la época de las cabinas telefónicas en los bares. ¡Qué tiempos!
La conversación con Trajano le había dejado mal cuerpo. El no se consideraba importante en esta investigación, ya que apenas sabía nada del caso. Sin embargo, era sintomático que le pudieran seguir. Probablemente su amigo estaba exagerando, le gustaba impresionar. En cualquier caso, no se iba a detener, iba a seguir para adelante porque necesitaba el dinero. Además, le estaba cogiendo cariño a Angel Mato. Su debilidad por las mujeres y el accidente de su hijo le otorgaban una dimensión mucho más humana.
Trajano no quiso quedarse con él a tomar algo. Tenía prisa. Probablemente estaba protegiendo su profesión. Decidió ir al cine solo y empapuzarse de palomitas. La película no valía nada, como la mayoría de las que daban en esos días, pero le sirvió para distraerse y dormitar un rato.