Un asesinato en Guantánamo ha generado indignación y reacción popular. La prensa oficialista no ha publicado nada, pero una periodista guantanamera publicó un escrito sobre lo ocurrido en su blog:
Me uno al pedido de #NoViolencia de varios artistas ante varios crímenes que han removido de dolor los generalmente tranquilos días de Guantánamo. Hombres jóvenes, tres muertos y, al menos, tres asesinos. Una semana de siete días.
Es lo que nos llega. Lo que corre en la “radio bemba” popular, detalles incluidos que no reproduzco consciente de que la exacerbación de conductas violentas puede ser una manera de alentar actos similares.
Tampoco hay estadísticas que podamos usar. Solo nombres. Bolas. Referencias a calles. A limas, a machetes, a pinchos, a cuchillos…, armas o simples utensilios que convertimos en una herramienta de muerte, e historias de porqués que rayan lo ridículo. Lo mató para robar. Para demostrar hombría. Lo mató y ya.
En los cuerpos de guardia de los hospitales, los fines de semana se esperan con expectación. Son duros siempre. Noches que no se acaban nunca. Al menos una víctima de la violencia llega, puntual, cada sábado o domingo.
Si hay fiestas populares, entonces se asume que el conteo de víctimas puede coquetear con ocupar los dedos de una mano, y cuidado no se necesite de la otra. Cada carnaval tiene, por ejemplo, su propio conteo de muertos y heridos.
Hasta seis decesos se han contado en tres días de carnaval. Muertos absurdos, que no pueden creerse, que nos hace cuestionarnos la cordura, asomados a los extremos de deshumanización que yacen en los crímenes de sangre.
Algo hay que hacer, sin dudas. No sé si más vigilancia en las calles que en determinadas horas y sobre todo hacia la periferia parecieran ser el reino exclusivo de la noche y todo lo que guarda.
No sé si un trabajo más cercano en las comunidades ya que graduamos cientos de trabajadores sociales. La violencia atajada a tiempo, porque salvo escasas excepciones, los comportamientos violentos van in crescendo, son notables, identificables.
Quizás leyes que den a la vida el peso necesario, leyes que no penen con 25 años el sacrificio de una vaca, mientras un asesino perfectamente puede salir a los siete años, o menos, si mantiene buena conducta.
No creo en la pena de muerte, pero sí en la pena justa, en la pena que puede sentirse como tal, sobre todo porque no hay nada más penoso que la muerte de un ser humano a manos de otro.