Enciende la tele, el noticiero sigue advirtiendo como cada día sobre el asesino en serie y que podría estar en los alrededores de Tuluan; hombre caucásico, de unos 35 años, alto, delgado.
Vuelven a repetir que es peligroso e inteligente, que no va armado y su frialdad da escalofríos.
Apaga, no puede seguir escuchando. Lleva tiempo con depresión, apenas puede resistir la tristeza, la peor, la que no puede explicarse.
Son las 7 de la tarde y es hora de prepararse. Después del baño, la camisa rosa, chaqueta gris y los zapatos italianos.
Va a cenar con Suso, con el que nacieron casi el mismo año, con el que compartió su infancia y adolescencia.
Ni un gesto ni una sonrisa antigua.
Al cerrar la puerta, la melancolía siguió sus pasos.Pensó en él, el del barrio, el hijo de Angélica, los primeros amores.
Y está convencido de que esta vez ambos conocerán el secreto.