Revista Libros
Palahniuk es amado y odiado en dosis similares. Adictivo o repulsivo, en sus giras de promoción suele leer Tripas, un cuento de accidentes en torno a la masturbación, tan perturbador y sofocante para algunos, que no lo toleran y se desmayan en medio de la audición (aparece compilado en Fantasmas)
Su primera novela se hizo famosa como película, (el club de la pelea, con Brad Pitt, remember?) y quizá sea una alegoría a su manera de escribir: golpear, golpear, seguir golpeando hasta convertir tu cara en una pelota deforme y sanguinolenta, para luego hundirte los ojos a patadones, riendo y golpeando hasta quedar exhausto y entonces si: masturbarse, escupiendo los efluvios gestados sobre tus apestosos restos. Así es Chucky. Un prepotente. Un sexópata. Un adicto. Un divino.
Asfixia no es su mejor novela, pero si su primer best-seller, razón adecuada como apertura al mundo Palahniuchesco. El protagonista es un fracaso con patas, trabaja en un parque temático del siglo XVIII, frecuenta grupos de autoayuda para patológicos sexuales donde lejos de calmarla, elevan su adicción. Tiene a su ex convicta madre “chapita” en un geriátrico, cuya cuota lo obliga a fingir atragantamientos en restaurantes, “creando” héroes que lo salvan de morir asfixiado, los que posteriormente se sienten sus protectores y le envían dinero regularmente. Esta trama principal se va mezclando con recuerdos de su infancia, marcada por la adicción de su madre, que cada vez que salía de prisión, lo secuestraba, haciéndolo cómplice de su comportamiento alocado y nihilista. En ese contexto de irreverencia y bizarría, Víctor se va degradando, a la par de un amigo que junta piedras como terapia para no masturbarse, hasta que en los últimos capítulos, un giro sorpresivo os dará una patada en los cojones, tio!