Revista Sociedad

Así, como quien no quiere la cosa.

Publicado el 09 febrero 2015 por Sandy Lilian A. @san_lilan_
Así, como quien no quiere la cosa.Lo confieso, tengo miedo. No de ese miedo que paraliza, que deja inmóvil al borde del camino y deja sin sangre. Si no, de ese miedo que hace que por las venas vayan a trompicones chorros de adrenalina, que te pone alerta y te deja a la expectativa, lista para correr en cuanto se escuche algún ruido que altere la paz del conformismo, la quietud de la comodidad y la legislatura del conservadurismo. La gente tiene miedo al cambio, a unos paraliza, a otros motiva. Es decir, a unos PP, a otros Podemos (o Podéis). Pero, al fin y al cabo, miedo. Nos asusta el cambio porque no somos conscientes de que mutamos a cada segundo, que mudamos de piel y los restos quedan convertidos en polvo sobre el televisor. No nos damos cuenta de que lo mejor de cambiar es que tenemos la enorme posibilidad de reconstruirnos, de reformarnos. Podemos recortarnos o reajustarnos así como hace el gobierno cuando hay crisis justificando que es lo mejor y necesario para el bienestar común. Reacomodémonos estirando cada músculo, abriendo la boca hasta límites insospechados, estirando los brazos con la intención de abarcar el universo con ellos para atrapar la luz del sol, meterla dentro y regalarla dosificada a todo aquel que quiera mirarnos. Hacer y ser sin miedo es como comer sin sal, dormir sin sueño, es seco, incoloro. Hacer y ser con miedo es valiente, arriesgado, loco e insensato, conlleva un esfuerzo y aumenta el valor sin importar el precio. El miedo está a años luz de ser una debilidad, una minusvalía o una mochila pesada a nuestra espalda. El temor nos dice que tenemos mucho que perder, pero si existe, indudablemente es que lo que tenemos delante es importante, es grande, de lo contrario, sería tan insustancial y trivial cómo elegir entre pollo y carne. Lo confieso, tengo miedo. Tengo miedo y me apasiona. Tengo miedo y ese sentimiento me impulsa, me exige ser más, ser mejor, me exige superarlo, encajarlo, convertirlo en mis alas y restarle la connotación negativa que tanto tiempo ha llevado sus pies, que ha cargado como lastre.
Ten miedo, tenlo con ganas y hazlo a propósito.

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