FUENTE: La Vanguardia
Conocer tu cuerpo y aquello que le hace aumentar de peso es la mejor solución para lograr buenos resultados
Cuando se acerca el buen tiempo y empezamos a quitarnos capas solemos acabar ante el espejo juzgando esos kilos de más que se han ido acumulando en los meses invernales. Adelgazar parece una ardua tarea, pero puede ser tan sencillo como que si sabemos por qué engordamos, podremos decidir qué hacer para adelgazar.
Así lo explica Mercedes Carandini, en su libro Averigua por qué engordas… y adelgazarás cuanto desees, donde ofrece una guía de los factores que más afectan en nuestro incremento de peso y explica una serie de pautas a seguir para mantener la línea.
¿Qué nos hace engordar?
Son muchos los elementos que influyen en esos kilos de más que se van asentando en nuestras caderas, abdomen o muslos. Algunos son de sentido común y muy conocidos, pero otros es probable que te sorprendan.
Tu metabolismo
Un metabolismo que no funciona eficazmente es el principal condicionante para engordar. Los requerimientos energéticos de una persona se basan en:
*Metabolismo basal: total de calorías que necesita el organismo para realizar las funciones fisiológicas mínimas. Disminuye a partir de los 30 años. Aumenta en climas fríos porque el cuerpo necesita producir calor.
*Digestión: es el gasto energético que hacemos al digerir la comida. Algunos alimentos requieren más y otros menos. Por eso importante no saltarse ninguna comida en dietas
*Actividad física: gasto energético muscular que se deriva del movimiento. No solo deporte, cualquier actividad física (trabajar, caminar, limpiar tu casa…) Esta parte es entre el 15 y el 50% del gasto total de una persona.
*Termogénesis por estrés: gasto energético del organismo para afrontar un daño físico o una situación de vulnerabilidad.
La glucemia
Cuando nos damos una larga comilona, por ejemplo, para cuando nos traen el postre ya hemos digerido parte de la comida. Entre comidas, el páncreas secreta un elevado nivel de insulina y provoca un descenso brusco de la glucemia. Como consecuencia, de esta hipoglucemia, el organismo estimula el centro del hambre y provoca un gran deseo de alimentos ricos en azúcares.
El estrés
Durante los episodios de estrés se gasta muy rápido la glucosa almacenada. En situaciones de estrés se recomienda una dieta equilibrada, lo que quiere decir, entre otras cosas, ingerir carbohidratos complejos (cereales integrales) para ayudar a mantener controlado el nivel de azúcar en la sangre.
Pero no solo el estrés, hay muchas afecciones emocionales que pueden ir vinculadas, como utilizar el placer de la comida para tapar otras carencias emocionales. Son como un placebo que nos ayudan. La explicación es que al ensalivar ponemos en marcha el sistema nervioso parasimpático, que nos tranquiliza.
Malas digestiones
No masticar bien los alimentos y engullirlos hace que cuerpo no pueda sacar provecho a todos los nutrientes que ingerimos y perjudica nuestro sistema digestivo.
Las sustancias excitantes y antiinflamatorios
La cafeína causa un incremento de la secreción ácida: el exceso de ácido clorhídrico anula la lipasa pancreática tan necesaria para metabolizar las grasas. También los antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno y la aspirina disminuyen la secreción del moco protector gástrico y propician la hiperacidez estomacal.
El tabaco
Un cigarrillo tiene efectos antidepresivos y quitan el hambre, pero aumenta la apetencia por los dulces. El aumento de peso que sufre la mayoría de personas que dejan el tabaco se debe al síndrome de abstinencia. Se les recomienda que consuman manzanas y otras frutas ricas en fibra para paliar el síndrome de abstinencia.
¿Cómo puedo adelgazar?
No debes comer más de lo que necesitas, pero tampoco menos. Es importante conocer nuestro cuerpo y sus reacciones ante la ingesta de según que alimentos. De esta manera, podemos lograr grandes resultados en nuestro proceso de adelgazamiento.
Respetar ciclos biológicos i los biorritmos
El cerebro controla cuando es mejor comer según qué alimentos, cuando acumula más grasas… por ello es importante conocerse y repartir bien los alimentos durante el día. Por ejemplo, los picos de cortisol de primera hora, mediodía y media tarde son propicios para alimentos que nos den la energía que necesitamos.
Ten a raya el estrés
Como ya hemos visto, el estrés engorda, pero existen alimentos que pueden ayudarte a mantener a raya la ansiedad. Además, también puedes controlar la respiración, practicar ejercicio o darte un masaje relajante.
Dormir bien adelgaza:
Mientras dormimos, segregamos una hormona que favorece que el cuerpo utilice las grasas como fuente energética en vez de la glucosa, es decir, quema el tejido adiposo mientras descansamos con un sueño reparador. Pero para ello se debe cenar alimentos fáciles de digerir y hacerlo en un horario temprano.
Distingue entre el hambre y el apetito:
El hambre es una necesidad fisiológica que experimenta el organismo para recargar sus baterías con la energía que aportan los alimentos. El apetito es más cerebral, nos atraen ciertos alimentos porque deleitan nuestro paladar y nos transmiten bienestar mental.
Haz ejercicio:
El ejercicio es un requisito indispensable para hacer efectiva cualquier dieta. Se queman calorías además de fortalecer musculatura, huesos y hasta el corazón.