El tacto es el quinto de los sentidos y aunque es el último del que vamos a hablar puede que sea el más importante porque podemos vivir sin ver, sin oír pero no podemos vivir si no somos conscientes del medio que nos rodea y esta es la capacidad principal del tacto, hacernos seres sensible, el tacto nos permite conocer nuestro entorno y sus características: presión, temperatura, suavidad o dureza, liso o áspero…con lo que además constituye un sistema defensivo indispensable: tenemos receptores de dolor, de temperatura que nos alejarán de aquello que sea peligroso.
Los receptores del tacto se encuentran distribuidos en toda la superficie corporal, en toda nuestra piel por lo que la piel es el órgano más extenso que poseemos. Poseemos distintos tipos de receptores, cada uno especializado en un tipo de sensación
-receptores de tacto fino, en lengua, labios, palmas y plantas, yemas de los dedos: nos icen si algo es suave, áspero, rugoso…nos permite apreciar los detalles más pequeños e lo objeto y se agudiza cuando el resto de sentidos fallan, por ejemplo en la oscuridad.
-receptores de presión que no permiten conocer la consistencia dura o blanda de un objeto, su peso…están en manos y pies sobre todo
-receptores de temperatura, que se activan cuando tocamos un objeto a distinta temperatura que nuestro cuerpo.
-receptores del dolor que se activan ante temperaturas extremas o presiones excesivas que puedan lesionarnos.
-receptores de sensibilidad cinestésica que no informan de los movimientos del cuerpo, su situación en el medio que nos rodea. Estos receptores están en músculos, articulaciones y en el oído para mantener el equilibrio.
Los receptores mandan la información hasta el lóbulo parietal del cerebro que es el que la interpreta junto con otros datos. Así, por ejemplo, en la sensación de dolor entran en juego también nuestras vivencias, emociones y la situación en la que se produce para interpretarlo.
No son frecuentes en los niños las alteraciones del tacto, repasando las que podemos encontrar a cualquier edad:
Parestesias: son sensaciones de hormigueo, calambre, acorchamiento…sobre todo en pies y manos.
Sinestesias: son sensaciones mezcladas, hasta el 4% de la población tiene sinestesias por lo que puede ver sonidos, saborear colores…Esto que suena tan raro no es una enfermedad, e debe a que durante el desarrollo cerebral en la infancia no e cortaron conexiones entre áreas cercanas. Algunas personas sinestésicas pueden realizar verdaderas proezas en matemáticas, geometría…
Hipoalgesia: peligroso ya que supone una baja sensibilidad al dolor por lo que la función de aviarnos del peligro queda comprometida.
Hiperalgesia: sentir como doloroso estímulos que no lo son.
El tacto es un sentido que es posible estimular desde el primer minuto de vida: el masaje, los besos, las caricias…hacen que nuestros bebés entren en contacto de manera temprana con el mundo que los rodea y que no permanezcan aislado mientras sentido como la vista van madurando. También es importante cuidar su piel como órgano manteniendo la higiene con productos adecuados, hidratarla y evitar agresiones externas.
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#TactoBebé