Los residentes dicen que Oswiecim es un lugar perfectamente normal. Pero los forasteros ven sólo los campos de concentración y se preguntan cómo puede alguien vivir allí.
Cada año más de un millón de turistas visitan los tristemente célebres campos de concentración de Auschwitz y Birkenau rindiendo así un homenaje a los hombres, mujeres y niños inocentes que allí fueron asesinados allí. La mayoría de los turistas van y vienen el mismo día, y no son conscientes de que Auschwitz se encuentra en la antigua ciudad polaca de Oswiecim. Los que tal vez vean el cercano centro comercial o a una pareja de novios del instituto cogidos de la mano, puede que se hagan la siguiente pregunta: ¿Cómo puede seguir la vida en un lugar el que tuvo lugar una maldad tan abrumadora?
Una niña patina por el camino perimetral de Birkenau entre la aldea adyacente de Brzezinka y el pueblo de Oswiecim. El camino separa las tierras agrícolas y las casas que rodean el museo del campo de exterminio. Se estableció una zona de protección de 100 metros para limitar el desarrollo cerca de Auschwitz - Birkenau, pero algunas tierras ya habían sido cultivadas antes de que la ley fuera promulgada
Los residentes dicen que Oswiecim es un lugar perfectamente normal, que el pasado y el presente han tomado caminos divergentes. Pero los forasteros asocian la ciudad con los campos de concentración y creen que se debió dejar deshabitada. En Oswiecim, el simbolismo se proyecta en cada edificio, cada piedra y grano de tierra. Los residentes viven entre el pasado y el presente, lo agradable y lo macabro.
Para muchos Polonia representa el epicentro del Holocausto. Una vez fue el centro de la vida judía y de la cultura en Europa, pero su población se redujo a cenizas durante la Segunda Guerra Mundial. Para los judíos todo terminó después de la guerra. Sin embargo, para los polacos, la vida siguió.
Algunas de las fotos están cargados de simbolismo, como el pasado se une al presente en una extraña yuxtaposición. Otras se limitan a mostrar cómo el paso del tiempo cura y como la monotonía diaria reclama cualquier lugar.
Un anciano de Oswiecim ata su bicicleta a un cartel que señala la dirección a Auschwitz II - Birkenau.
Humo procedente de la quema de carbón envuelve lo que una vez fue el edificio de la jejatura de la SS. Hoy es una iglesia católica del pueblo de Brzezinka.
Un estudiante de secundaria salta entre las vías del ferrocarril situadas junto a su escuela que conectaban Auschwitz y Birkenau.
Un agricultor trabajando con su caballo frente a la "puerta de la muerte" de Birkenau.
Una quema controlada de rastrojos en un campo de cultivo de la ciudad polaca de Brzezinka, al fondo el campo de exterminio de Birkenau.
Un padre y un hijo de la ciudad de Brzezinka pescando en las ruinas inundadas de los barracones de Birkenau.
Señales indicativas para los visitantes junto al aparcamiento disuasorio, al cruzar la calle desde el museo de Auschwitz.
Un muchacho trepa por la pared que separa el campo de concentración de Auschwitz y unos edificios de apartamentos cercanos.
Pocos edificios de apartamentos de gran altura en el centro de Oswiecim. Los residentes a veces los llaman "Manhattan".
Un moderno cementerio en la ciudad de Oswiecim con las chimeneas de la fábrica de productos químicos de la ciudad en la distancia. La fábrica fue construida por la Alemania nazi durante la guerra y los prisioneros de Auschwitz fueron utilizados como mano de obra. Después de la guerra, el nuevo gobierno comunista amplió el complejo industrial, empleando a cerca de 12.000 personas. Después de la caída del comunismo, la fábrica se privatizó. Ahora emplea a aproximadamente 1.500 personas.
Estudiantes de la escuela de danza en una tarde libre.
Fotografías de Danny Ghitis.
Fuente.