(AE)
Hace poco, unos visitantes que habían llegado a Uganda me hicieron percatarme de un detalle que a mí me había pasado desapercibido pero que es uno de esos que sólo ven los que llegan a un sitio y lo contemplan con ojos nuevos: aunque la mayoría de bienes de consumo eran en Uganda infinitamente más baratos que en Europa, los precios por litro de los combustibles eran equivalentes a los precios actualmente vigentes en España. Por lo tanto, esto supone que, mientras el comer o el vestirse es mucho más barato, el conducir una moto o un coche o simplemente iluminar una casa con una lámpara de petróleo sale a precios europeos.
Comento esto porque me parece relevante para poder iluminar esta historia, que no por repetida deja de ser relevante: El pasado viernes un camión cisterna se accidentó el la población de Sange, en la región congolesa del Kivu Sur (República Democrática del Congo). Ante tal suceso, y viendo que el combustible comenzaba a fluir del tanque, la población de aquella zona se apresuró a hacer acopio de combustible sirviéndose de todo tipo de recipientes. A pesar de los avisos que se dieron de que el camión podía explotar, no hicieron caso ya que esperaban volver a casa con un regalo inesperado y valioso. A 230 de estas personas (y no mencionamos aquí a los cientos de heridos...), esa audacia les ha costado la vida... todo por apenas un litro de combustible.
Lo que produce más pena es que accidentes similares se repiten por doquier en África; la BBC hablaba de sucesos casi calcados a este en Nigeria (Oct 2009), Ghana (Nov 2008), Camerún (Aug 2008), Nigeria de nuevo (Ene 2008 y Mar 2007) Sin embargo, esta lista no está completa ya que yo recuerdo dos accidentes más en Kenia en Febrero del 2009, en uno de los cuales murieron 130 personas.
Por mucho que se repitan los consejos de seguridad y que se intente convencer a la gente, esos incidentes siguen produciéndose y suponen a la postre cientos de vidas.
¿Qué puede hacer que estas personas arriesguen sus vidas de esta manera? ¿Es simplemente temeridad? Yo creo que no. Yo creo que la verdadera razón es la pobreza. Son millones las personas que no tienen acceso a los servicios básicos, entre ellos la electricidad. Muchas personas se las ven y se las desean para poder tener siempre una reserva de queroseno para poder alumbrar la casa o eventualmente para poder cocinar. Los precios de los combustibles fósiles, como ya hemos visto, son exorbitantes en comparación con los de otros productos, por lo cual llegado el momento hay quien se da tortas con tal de volver a casa con una botella o un garrafón lleno de precioso líquido. Lo que a nuestros ojos occidentales es una menudencia en términos crematísticos, es para los más desfavorecidos un verdadero tesoro; por eso arriesgan lo suyo... y por eso mueren. Es la muerte del pobre, la muerte del que se agarra a cada golpe de suerte para poder salir airoso de esa batalla diaria que libran cada día millones de personas que sobreviven con menos de un dólar al día. Esa batalla se llama supervivencia.