Paul Craig Roberts, Global Research
El 17 de agosto, Bloomberg informó sobre una publicación del gobierno de EE.UU. diciendo que la producción industrial aumentó el doble de lo pronosticado, en un 1%. Bloomberg lo interpretó como si significara que “el aumento en la inversión en los negocios está impulsando los aumentos en la producción, la que representa un 11% de la mayor economía del mundo”. El mercado bursátil aumentó. Veámoslo a través del prisma del estadístico John Williams de shadowstats.com.:
Williams informa de que “el impulsor primordial de un aumento mensual de 1% en la producción industrial desestacionalizada en julio” fueron “factores estacionales distorsionados” causados por “las pautas irregulares en la producción de coches en EE.UU. en los últimos dos años”. La producción industrial “disminuyó en un 1% antes de los ajustes estacionales”.
Si el gobierno y Bloomberg hubieran anunciado que la producción industrial bajó en un 1% en julio, ¿habría subido 104 puntos el mercado bursátil el 17 de agosto? Nótese que Bloomberg informa de que la producción industrial representa un 11% de la economía de EE.UU. Recuerdo que la producción industrial representaba un 18% de la economía de EE.UU. La disminución de un 39% se debe a la exportación de puestos de trabajo.
Hay que digerir este hecho. Wall Street y los accionistas y ejecutivos de corporaciones transnacionales han ganado miles de millones de dólares mediante el envío al exterior de un 39% de la manufactura de EE.UU. para aumentar el PIB y el empleo de países extranjeros, como China, mientras empobrecen a su antigua fuerza laboral estadounidense. El Congreso y la profesión económica lo han saludado como “la Nueva Economía”.
Economistas “comprados y pagados” nos dijeron que “la nueva economía” nos enriquecería a todos, y lo mismo hizo la prensa financiera. Estamos mejor, afirmaron, sin las “viejas” industrias y manufacturas, cuya partida destruyó la base tributaria de tantas ciudades y Estados y el sustento de millones de trabajadores estadounidenses. Los economistas “comprados y pagados” dominaron todos los foros en los medios durante una década. Mientras ellos mentían, la economía de EE.UU. moría.
Ahora volvamos al engaño estadístico. El 17 de agosto la Oficina del Censo informó sobre un pequeño aumento en la construcción de nuevas viviendas en julio. Se orquestó más esperanza. En realidad el “aumento”, como informa John Williams, se debió a una gran revisión hacia abajo de los informes relativos a junio. El “aumento” de julio “habría constituido una contracción” sin la revisión a la baja del “aumento” de junio.
Por lo tanto, la sobreestimación de la construcción en junio no sólo hizo que junio pareciera bueno, sino que la corrección a la baja de la cifra de junio hizo que julio pareciera bueno, porque los inicios se basaron en la cifra corregida de junio. Es probable que la misma manipulación ocurra de nuevo el próximo mes. Si el gobierno te miente sobre las armas de destrucción masiva de Iraq, las armas nucleares iraníes, y el 11-S, ¿por qué no te va a mentir sobre la economía?
Ahora tenemos la cantidad más alta de todos los tiempos de estadounidenses que reciben cupones alimenticios, unos 40,8 millones, cerca de un 14% de la población. Para el próximo año, el gobierno calcula que la dependencia de cupones alimenticios aumentará a 43 millones de estadounidenses. Por lo tanto el Congreso redujo las prestaciones de cupones alimenticios. Que coman pasteles.
Dondequiera se mire –cupones alimenticios, procedimientos de ejecución hipotecaria, Estados en bancarrota, aumento del desempleo– el mensaje de “su gobierno” a los mansos estadounidenses es el mismo: coman pasteles mientras libramos guerras, por cuenta de Israel, que enriquecen al complejo militar/de seguridad, y mientras rescatamos a banqueros bandidos cuyos ingresos anuales ascienden a decenas de millones de dólares y más.
Es imposible lograr que el gobierno de EE.UU. diga la verdad sobre lo que sea. Si las compañías privadas utilizaran la misma contabilidad que el gobierno de EE.UU., sus ejecutivos serían inculpados, condenados y encarcelados.
“Nuestro gobierno” se dedica a librar guerras para enriquecer al complejo militar/de seguridad y a apoyar la expansión territorial de Israel a costa de recortes en la Seguridad Social y Medicare. Casi todos los miembros del Congreso, especialmente los republicanos, quieren pagar por guerras insensatas reduciendo la Seguridad Social y Medicare.
Cuando se preocupan por el déficit, usualmente tienen en la mira a la Seguridad Social y a Medicare, los denominados “derechos a la ayuda”. No hay que ser particularmente inteligente para ver que la reacción de Wall Street y el gobierno al sorprendente déficit presupuestario de EE.UU. no es detener las insensatas guerras y rescates de megamillonarios, sino reducir “los derechos a la ayuda”.
Terminaré este artículo hablando del desempleo. “Nuestro gobierno” nos dice que la tasa de desempleo es de poco menos del 10%, una cifra que habría desbaratado a cualquier gobierno de la Gran Depresión. Pero, una vez más, “nuestro gobierno” está mintiendo. La tasa de desempleo de la que habla es de sólo algo menos de un 10% porque el gobierno de EE.UU., desde el corrupto gobierno de Clinton, ya no toma en cuenta a los estadounidenses que han estado desocupados durante más de un año. Una vez que el desocupado llega a un año y un día, es borrado de los registros de cesantía y ya no se contabiliza como desempleado.
Hay que comparar este hecho con la cifra que se lee en la prensa financiera. Ahora mismo, si se midiera con la metodología de 1980, la tasa de desempleo de EE.UU. sería de cerca de un 22%. Por lo tanto, la tasa de desempleo mencionada oculta más de la mitad de los desempleados. Y el secretario del Tesoro, Tim Geithner, dio la bienvenida en el New York Times del 2 de agosto a “la recuperación”. Verdaderamente asombroso.
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Paul Craig Roberts fue editor del Wall Street Journal y secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan. Su último libro, How the Economy Was Lost, fue publicado recientemente por CounterPunch/AK Press.
Tomado de Global Research y RebeliónUna mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización