Revista Cultura y Ocio

Así te leo cuando me hablas

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
¡Que difícil es explicar a un normoyente las dificultades perceptivas de un sordo! Cuantas veces lo intento me encuentro con cierta conmiseración inicial pero también un rápido abandono del interés por el tema derivando enseguida en un cambio de conversación e incluso de interlocutor. "Ojos que no ven, corazón que no siente" o, aplicado al caso: "Ignorar al que no entiende, conversación más entretenida". Con afán pedagógico he sugerido en ocasiones, para que me entiendan, que intenten mantener una larga conversación grupal con tapones en los oídos. Nadie se molestó siguiera en intentarlo, y si alguien lo hiciera, no aguantaría mucho. Un simple resfriado puede daros una idea de lo incómodo de la situación. La existencia de un familiar con pérdida auditiva aumentará vuestra empatía; pero "nunca" llegaréis a entender en plenitud la terrible soledad que experimenta un sordo en la comunicación oral. Voy a intentar visualizar estas dificultades realizando una extrapolación de canales comunicativos: pasaré del canal auditivo al visual introduciendo en la lectura de un texto variables equivalentes de debilidad de la señal, distorsión y ruido. "Veamos" que pasa en la conversación.
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