El acto de firmar o dedicar un libro es un momento no exento de dificultad y de dedicación.
Es evidente que todos los escritores no somos iguales, pero para mí firmar y dedicar un ejemplar a un lector está muy por encima de otro momento mágico: que es cuando tienes en tus manos, por fin, el libro impreso, concretándose así y haciéndose tangible todo el trabajo realizado.Firmar o dedicar un libro es un momento muy particular pero no exento de dificultad. Es algo que no he compartido con otros escritores, pero estoy casi seguro de que coincidirán en su dificultad. Tienes que multiplicar tus capacidades. Habitualmente la firma de ejemplares se realiza tras la presentación de tu libro o acto en torno al mismo, con lo cual a su finalización y en un breve espacio de tiempo se concentran en torno a tu mesa varias decenas de personas. Es evidente que quieres ser amable y agradecer la deferencia que tienen hacia tu persona y hacia tu obra los lectores que se acercan para que les firmes un ejemplar. Pero es ahí donde reside una de las principales dificultades: administrar el tiempo, para que las personas que están en la cola no sufran esperando. Y sabemos que no todas las personas son iguales y está demás decir que algunas no tienen medida del tiempo. Se te acercan y en segundos tienes que lidiar con preguntas y reflexiones que nunca se te hubiese pasado por la cabeza que tratabas en tu novela. Tratan de sorprenderte por originalidad, por chistosos, por admiración, por buenos lectores, por inteligentes... Todos queremos diferenciarnos, todos queremos ser diferentes. Originalidad. Sufro mucho cuando escribo una dedicatoria standar e impersonal. Trato siempre de mirar a los ojos a la persona que se acerca. Sus ojos me dicen muchas cosas. Me sirven de detonante para construir/armar/inventar/crear una dedicatoria que el lector/a pueda considerar suya, intransferible. Me daría mucha vergüenza que coincidan dos lectores y lean sus dedicatorias y vean que es la misma. No digo que no pueda suceder y que no la haya hecho nunca, es muy complicado en segundos, mientras saludas a la persona, le preguntas como se llama, escuchas y contestas a lo que te pregunta, ideas la dedicatoria, escribes y administras el tiempo... en un intento de no caer en una dedicatoria común, impersonal, con errata o repetida. Y muchas veces a mitad de la dedicatoria/firma tienes que parar responder a algo. Otra de las cosas que me gusta, si es posible, es firmar con estilográfica. Te otorga un empaque diferente, un toque de distinción. Disfruto viendo como nacen las letras de mi caligrafía y como los ojos de los lectores siguen cada una de las letras que aparecen para construir su dedicatoria. Aunque ésto de la estilográfica es mala idea si no tienes buena caligrafía. Mejor el típico Bic ;)) Trato de no olvidar nunca poner la fecha y el lugar en el que realicé la dedicatoria. El tiempo pasa muy rápido y me gusta pensar que en el futuro esa fecha y dedicatoria de releerá y que trasladará al lector al pasado.
¿Cómo te gusta dedicar o que te dediquen un libro? ¿Cuál es la mejor dedicatoria que tienes en un libro?
Hasta el próximoEditorial del domingo.Artículo: Francisco Concepción
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