Una vieja tradición en las empresas españolas ordena declarar una huelga de al menos 24 horas cuando alguno de sus trabajadores sufre un accidente mortal.
Medida tomada el pasado día 25 en los dos astilleros de Navantia en la ría de Ferrol tras el fallecimiento de un obrero aplastado por una gran pieza metálica caída de una grúa manipulada por otro obrero.
El mismo día fallecían tres trabajadores en circunstancias similares en los astilleros coreanos de Hundai, y los compañeros de los muertos multiplicaron los esfuerzos para suplir a los desaparecidos mientras no llegaban sus relevos.
El sistema coreano es inhumano. No respeta el duelo de los trabajadores, aunque, si bien aquí los amigos del muerto pararán doloridos, otros gozarán alegremente de su inesperado día de asueto, además, pagado: una verdad políticamente incorrecta.
La realidad actual es que, aparte de las trabas europeas al naval español, ya no existe el proteccionismo comercial que permitía grandes huelgas y latrocinios generalizados de material en las empresas, sobre todo públicas: Astano y Bazán, precursoras de Navantia, las sufrieron durante décadas.
Y ahora, los astilleros españoles difícilmente pueden competir con los coreanos, japoneses, en general con los asiáticos, pero también con algunos europeos.
Otra cosa es la tecnología española aplicada a los buques, por la excepcional inversión del diez por ciento de los 2.500 millones de euros de facturación en I+D.
Esta tecnología destaca por el diseño de buques multifuncionales y para la industria extractora de petróleo: LPGs (Liquified Petroleum Gas), buques quimiqueros, de investigación oceanográfica, de pasajeros y de carga (Ro-Pax), hospital, dragas, remolcadores, oceanográficos, pesqueros, ferries, yates de lujo y buques militares.
Pero los asiáticos, aparte de hacer los barcos más baratos, los entregan sin dilaciones, incluso a armadores españoles, copiando tecnología española.
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SALAS