Durante muchos años fue el automóvil de mis sueños. No sé porqué, pero el estilo británico me gusta en casi todos los coches que nunca podré adquirir. Este modelo de Aston Martin fue el utilizado por Daniel Craig en las dos últimas entregas de James Bond, el espía inglés con licencia para matar y para tener romances con las mujeres más hermosas de la pantalla. Un Jaguar parecido también resulta de mi agrado, pero no es lo mismo, como tampoco lo son los cuatrocientos sesenta caballos que guarda bajo el capó. Ferrari es más ruidoso y el color rojo llama mucho más la atención; probablemente ofrezca mejores prestaciones, pero no tiene la sobria elegancia de este clásico de la carretera. Desde hace años, el personaje de Ian Fleming conduce esta marca de automóviles, salvo unas pocas entregas en las que la bávara BMW sustituyó a la marca inglesa. Craso error. Bond solo puede conducir un Aston Martin por la costa monegasca antes de arrojar con cierto desprecio unas fichas sobre el tapiz de la ruleta jugando al diecisiete y caballos. Seguro que gana, mientras el brillante automóvil espera silencioso frente al mediterráneo. Soñar es gratis.