María Elena Walsh fue una artista fecunda que he tenido la suerte de disfrutar en mi niñez con sus canciones para niños grandes o para grandes con alma de niño y ahora de grande con sus profundos textos de adultos libres y pensantes.
Yo me nazco, yo misma me levanto,
organizo mi forma y determino
mi cantidad, mi número divino,
mi régimen de paz, mi azar de llanto.
Establezco mi origen y termino
porque sí, para nunca, por lo tanto.
Soy lo que se me ocurre cuando canto.
No tengo ganas de tener destino.
Mi corazón estoy elaborando:
ordeno sufrimiento a su medida,
educo al odio y al amor lo mando.
Me autorizo a morir sólo de vida.
Me olvidarán sin duda pero cuando
mi enterrado capricho lo decida.
(Asunción de la poesía)
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