Parece ser que los expertos, y pese a haber formateado los equipos, fueron capaces de detectar fotografías de la pequeña Asunta en el ordenador de su padre y en actitudes impropias para una niña de su edad, vestida con corsé o con las piernas abiertas, según se señala en los medios. Además, en el equipo, también fueron halladas fotografías de menores orientales con connotaciones sexuales.
La pobre Asunta, además de ser asesinada algo más que presuntamnete a manos de sus padres, no debio haber tenido una infancia feliz pese a la suerte que suele representar en estos casos la adopción. Cuando una criatura condenada a malvivir por cuestión de cuna en su país, es adoptada por un matrimonio en esta vieja Europa, no deja uno de pensar en la buena estrella que acompañó al bebé, afortunado al recalar entre nosotros. De tal modo, el conocimiento de como debió haber sido la vida de Asunta, estremece más todavía, a la vez que nos hace reflexionar sobre lo poco comprensible que resulta este comportamiento en alguien que puede ser nuestro vecino de puerta. Además de las sospechas de un móvil económico en el crimen cometido en Santiago, puede quedar detrás algo mucho más terrible e inconfesable, algo que todos desearíamos no fuese cierto.