Revista Opinión

Asuntos presuntamente delictivos

Publicado el 28 diciembre 2011 por Franky
Fabio, las ambiciones cortesanas
Prisiones son do el ambicioso muere
Y donde al más astuto nacen canas.

Anónimo

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No teníamos bastante con el rastro de corruptelas, mangoneo y mamandurrias que estos politiquillos y adyacentes, venían “disfrutando”, con impunidad en las distintas instituciones, que ahora nos aparece este feo, repudiable y codicioso caso del yerno, Urdangarín. Ante todo, hemos de asentar que, hasta que un Juez se pronuncie, nosotros no afirmamos ni negamos el hecho. Aunque, cuando el río suena… ya se sabe.

Hay criaturas ayunas del todo de consistencias éticas, que se dejan roer por la ambición y la necedad. Son seres débiles, necios y nocivos, incapaces de contener sus bajos instintos, falsos orgullos y los daños a causar, producto siempre de egoísmos fatuos y descabellados. Ambición, dice la RAE, es el deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama; es sinónima de codicia, afán, apetencia, ansia, avidez.

La Casa Real pidió a Urdangarín en 2007 que buscase su vida fuera de España y es que este yerno del Rey, que ha salido “poco ejemplar”, está avergonzando a su padre, a su suegro y a los españoles. Él, su esposa, la Infanta Cristina, séptima en la línea sucesoria, y Carlos García de Revenga, secretario de las Infantas, ocupaban altos cargos en la gestión del Instituto Nóos, entidad “sin ánimo de lucro”; era el navío que, con pabellón de la Casa Real, trasportaba pingües sumas de euros desde las riberas públicas a sus privados márgenes; es un proceder de enorme gravedad, navegar al pairo del carisma de la Corona para lucrarse y enriquecerse. En diez años, –dicen- el millonario patrimonio de Urdangarín asciende a una lujosa mansión, seis pisos y una finca.

Esto no es más que una aberración ética y estética. Los Tribunales, tan callados todavía, diagnosticarán, si esta nociva y estulta codicia ha vulnerado la legislación penal y administrativa. Cometer la indignidad de usar la Casa Real como recurso de una transacción privada, así como los políticos y empresarios que la aceptaron en su propio interés, es además un delito; el Código Penal, en especial, para los gestores públicos, que trafican con dinero estatal, señala figuras delictivas específicas. El ciudadano espera que Urdangarín diga, qué es lo que él tiene que ver con esos asuntos presuntamente delictivos que se pregonan; lo que se da por seguro es que será citado a declarar, como imputado, en las próximas semanas.

En fin, el propio Rey don Juan Carlos ha hablado en su discurso de Nochebuena de su enorme preocupación por la "desconfianza que parece estar extendiéndose en la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones"; sobre todo “las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, ejemplar”. Añadía que “la justicia es igual para todos; cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. No se deben generalizar los comportamientos individuales porque se podría causar un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad”. Por primera vez, el Rey ha alabado al Príncipe Felipe, el más perjudicado por el escándalo del Cuñado.

Es preciso y obligación perentoria del Gobierno disponer las leyes para que los mangantes del dinero público, estos de alto copete o aquellos de secretas gasolineras, de ERES partidarios y subvenciones filiales y sindicales o de regalos hípicos con grandes patrimonios, devuelvan hasta el último céntimo y reciban su pertinente correctivo.



C. Mudarra




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