ATAQUE PSÍQUICO
Si miramos a nuestro alrededor, si observamos el Universo, no podemos dejar de pensar que debe existir algún plan divino que coordine esta infinita complejidad. Si cogemos con nuestras manos y examinamos minuciosamente cualquier ser viviente, pese a lo simple que sea, nos damos cuenta que en ese organismo vivo, existe un orden en su diversidad y que constituye su patrón de vida. La ciencia ha buscado en vano este principio "organizador"; nunca lo encontrará en el plano físico, pues no es físico. Las fuerzas conductoras del universo, el armazón sobre el que está construido en todas sus partes, pertenece a otra fase de manifestación distinta de nuestro plano físico; es la multidimensionalidad (y no sólo las tres a las que estamos acostumbrados). Vivimos en medio de fuerzas invisibles de las que percibimos únicamente sus efectos. Nos movemos entre formas invisibles cuyas acciones muy a menudo no percibimos en absoluto, aunque podamos ser afectados muy profundamente por ellas. En este lado mental de la naturaleza, invisible a nuestros sentidos, intangible a nuestros instrumentos de precisión, pueden ocurrir muchas cosas que no están sin su eco en el plano físico. Hay seres que viven en este mundo invisible como peces en el agua. Hay hombres y mujeres con mentes entrenadas, o aptitudes especiales, que pueden entrar en este mundo invisible como un buzo desciende al lecho del océano. Hay también tiempos en los que, como le ocurre a una tierra cuando los diques marinos se rompen, las fuerzas invisibles fluyen sobre nosotros y empantanan nuestras vidas. Normalmente esto no ocurre. Estamos protegidos por nuestra misma incapacidad para percibir estas fuerzas invisibles; sin embargo, hay cuatro condiciones, en las que el velo puede ser rasgado y podemos encontrarnos con el "lado Invisible". Podemos encontrarnos en un lugar donde estas fuerzas estén concentradas. Podemos encontrarnos a gente que esté manejando estas fuerzas. Podemos ir nosotros mismos a encontrarnos con el "lado Invisible", conducidos por nuestro interés en ello, y exceder nuestras posibilidades antes de que nos demos cuenta de dónde estamos; o podemos caer víctimas de ciertas condiciones patológicas que "rasgan el velo". El Umbral del Invisible es una costa traicionera para bañarse. Hay hoyos y corrientes y arenas movedizas. El nadador fuerte, que conoce la costa, puede aventurarse con relativa seguridad. El no nadador, que no toma consejo sino de sus propios impulsos, puede pagar su temeridad con su vida. Pero no debemos cometer el error de pensar que estas fuerzas invisibles son necesariamente malas y enemigas de la humanidad. No son más enemigas en sí mismas que lo son el agua o el fuego, pero son potentes. Si corremos en contra suya, el resultado es desastroso para nosotros, pues hemos violado una ley natural; pero no están para atacarnos, no más de lo que nosotros estamos para atacarlas. Debemos encarar el hecho, sin embargo, de que hombres y mujeres con conocimiento de estas cosas han usado, tanto en el pasado como en el presente, ese conocimiento sin escrúpulos, y que podemos vernos envueltos en los resultados de sus acciones. Puede decirse con seguridad que el "ladi Invisible" es sólo malo y enemigo de la humanidad cuando ha sido corrompido y pervertido por las actividades de estos hombres y estas mujeres sin escrúpulos, a los que los iniciados llaman adeptos del Sendero de la Izquierda. Debemos considerar los signos externos y visibles de ataque psíquico antes de que estemos en posición de analizar la naturaleza de tales ataques e indicar su fuente de origen. Es una regla fundamental que el diagnóstico debe preceder al tratamiento. Hay muchas clases diferentes de ataques psíquicos, y los métodos de que se dispondrá contra uno serán inefectivos contra otro. La forma más común de ataque psíquico es ése que procede de la mente ignorante o maligna de esos "seres" amigos o compañeros. Decimos ignorante así como maligna, pues no todos los ataques son motivados deliberadamente; el daño puede ser tan accidental como el infligido por un coche de patines. Debe tenerse esto siempre presente, y no deberíamos imputar malicia o malignidad como una cuestión de hecho cuando sentimos que estamos siendo las víctimas. Nuestro "amigo o compañero" puede ser él mismo una víctima también. No deberíamos "acusarlos de malicia" si hemos estrechado nuestra mano con él/ella y compartido tiempo y lugar con él/ella (en cualquier caso, recibiremos un duro golpe a nivel emocional, mental y físico, al darnos cuenta de quién ó quienes son). ¡Atención! NUNCA deberíamos responder al ataque psíquico con otro ataque, porque estaríamos a un nivel moral tan bajo, como el de nuestro o nuestros atacantes. Deberíamos y debemos apoyarnos en métodos más humanos, que son, en realidad, muchísimo más efectivos, menos peligrosos de manejar y aunque mas ralentizados en sus efectos, son definitivos y determinantes en sus resultados.
Las personas entran también en contacto con el "lado Invisible" a través de la influencia energética de lugares. Alguien que no es realmente psíquico, pero que es lo suficientemente sensitivo para percibir las fuerzas invisibles subconscientemente, puede ir a un lugar en donde estén concentradas energías muy elevadas. Normalmente, aunque nos movemos en medio de estas fuerzas (pues ellas sustentan nuestro universo), no nos damos cuenta, a no ser que seamos personas muy "sensitivas" Puede suceder que la barrera entre la conciencia y la subconsciencia sea densa en algunas personas y nunca sean capaces de realizar claramente lo que está sucediendo. Meramente tienen la sensación de opresión y malestar general, que se levantan cuando marchan a otro lugar. En consecuencia, el resultado para estas personas es años de mala salud y mucha tristeza. Más comúnmente, sin embargo, si hay un ataque psíquico definido de fuerza suficiente para hacerse notar, pronto empezarán a aparecer sueños característicos. Estos pueden incluir una sensación de peso sobre el pecho, como si alguien se estuviera arrodillando sobre el que duerme. Si la sensación de peso está presente, es seguro que el ataque emana localmente, pues el peso es debido a la concentración de substancia etérica o ectoplasma, y es suficientemente tangible para presionar hacia abajo. Esta sensación de miedo y opresión es muy característica del ataque oculto, y uno de los signos más perceptibles y claros que te avisan de ello y es entonces cuando nos encontramos en medio de una batalla invisible. Puede llegar a ser tan fuerte que la víctima acaba tan maltratada y débil, incapaz de moverse en la cama. No muestra ninguna enfermedad concreta, pero está derrotada. Si eres capaz de darte cuenta a tiempo del ataque psíquico, el estar preparado mentalmente y con buena predisposición para resistir, es practicamente imposible que el ataque síquico se adhiera a tí, en el plano físico y eso limita la maldad porque se genera una frontera entre la materia y la mente. Es una experiencia terrible, lo sé, pues el ataque puede suceder cuando estás en el umbral del sueño y sientes miedo de no poder darte cuenta. Si te obsesiona eso sólo conseguirás estar fatigada por el miedo y la falta de sueño te llevará a un derrumbamiento mental y emocional. Te conviertes entonces en auténtico "caldo de cultivo" para el ataque psíquico. Mi recomendación personal, es que a pesar del miedo que puedas sentir, recordar siempre que la actitud, la no acción y tus aptitudes, te liberarán de forma natural, positiva y neutral del ataque. Cómo comentaba antes, puede que te sea mas lenta la acción, pero mucho más efectiva a la hora de "sanar". No conviene olvidar tampoco en estas situaciones el Principio Universal de Causa y Efecto: "Todo lo que hagamos a los demás, ya sea bueno o malo, nos será devuelto,...es el efecto boomerang". Y para concluir una curiosidad. El nerviosismo, miedo y caos mental son los resultados más comunes del ataque astral entre la gente de raza blanca.