Atención

¿Vivimos en el presente? La respuesta a esta pregunta no es tan evidente. Gran parte de nuestro tiempo lo dedicamos a desarrollar tareas de una manera automática, en un nivel de consciencia que nos aisla de la realidad y nos instala en un estado de comportamiento irreflexivo. En este estado no somos conscientes del presente, salvo cuando se presenta un problema y nos veamos obligados a afrontarlo.

Hay expertos describen el aprendizaje como un proceso en el que pasamos de una incompetencia de la que no somos conscientes a ser conscientes de nuestra incompetencia. Cuando progresamos en el aprendizaje entramos en un tercer estado en el que podamos llegar a ser competentes aplicando nuestra atención y concentración. Sin embargo, el proceso se completa con una cuarta fase: la competencia incosciente, un estado de aprendizaje en el que nuestro hacer se convierte en una serie de hábitos automáticos que nos permiten desarrollar las habilidades aprendidas de una manera incosciente para poder así dedicar nuestra atención a otras cosas.

Piense en cómo aprendió a conducir o a realizar cualquier tarea. Al principio era un desafío difícil pero, poco a poco, fue adquiriendo una destreza considerable y, con el tiempo, llegó a un dominio tal que ahora forma parte de ese conjunto de rutinas que usted puede realizar sin prestar una atención excesiva.

Rafael Echeverría denomina a este estado la transparencia. Gran parte de las cosas que hacemos las hacemos de forma irreflexiva y automática, con nuestra atención puesta en otra parte y dentro de un umbral mínimo de consciencia. En ese estado desconectamos de nuestro cerebro racional, pues sólo volvemos a conectar con él cuando aparece alguna anomalía que rompe esa transparencia. Cuando se produce esta anomalía, el pensamiento automático no funciona y necesitamos pasar a un nivel de pensamiento más complejo que nos ayude a tomar decisiones.

El pensamiento automático nos permite hacer muchas cosas de una manera muy productiva, sin embargo nos instala en un compartamiento irreflexivo que perjudica nuestra capacidad de acción. Nos empobrece en la medida que nos impide vivir el presente y dedicar la atención a las cosas y a las personas que nos rodean.

Ellen Langer considera que el comportamiento irreflexivo deteriora la imagen que tenemos de nosotros mismos, pues la reducimos exclusivamente a lo que hacemos y a nuestros resultados anteriores. Además, el repetir de manera automática el camino conocido limita nuestra creatividad, nuestra capacidad de tomar decisiones inteligentes y, con ello, nuestro control personal. Cuando nos limitamos a desarrollar tareas y procedimientos de forma sistemática desaprovechamos todo nuestro potencial y utilizamos sólo una parte de reducida de nuestra capacidad de crear cosas. Desarrollar rutinas nos evita también tener que tomar decisiones nuevas en cada oportunidad y nos impide cuestionarnos si lo que hacemos puede estar perjudicando a las personas que nos rodea.

Langer propone una alternativa al comportamiento irreflexivo y automático: la atención plena a la experiencia presente y a todas las tareas que desarrollamos. Es una idea con la que están familiarizados quienes han trabajado el yoga o la meditación. Cuando vivimos en un estado de atención plena (mindfulness) podemos cuestionarnos las limitaciones y creencias que adquirimos a través del comportamiento automático. Vivir desde el presente nos permite percibir la existencia desde diferentes perspectivas, abrir nuestra mente a toda la información a la que antes no dedicábamos atención.

Existen evidencias que demuestran los beneficios de la atención plena, pues mejora nuestra vida personal y nuestro desempeño profesional. Beneficia a nuestras relaciones y es una herramienta útil para el tratamiento de enfermedades y adicciones. Sin embargo, no es un método de tres pasos. Es una carrera de fondo. Todo un camino por recorrer.

Notas

Mindfulness, de Ellen J. Langer, está publicado en castellano por Paidós