

Una vieja canción infantil ensartaba con humor unos embustes increíbles: “Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas, tralará”.
Al evocarla, pienso con frecuencia que podía verse como una poetización de la vida farandulera en la que las mentiras se dicen con idéntico desparpajo.
La mentira en este medio es un hecho tan cotidiano que nos obliga a preguntarnos si nos gusta que nos engañen. Pachá es bueno a las 10 de la mañana decir que es de noche, al feo decirle que es hermoso, al ladrón destacarle como honesto, al enfermo expresarle que está en salud.
En esta jaula de fieras no se puede decir la verdad, se molestan, se irritan y responden con agresividad.
Pachá duerme tranquilo en la primera potencia del mundo, descansa en la ciudad de los rascacielos y tal como dijo mi hermano Bolivar Bálcaer "Olvídate de esta sociedad donde persisten los francotiradores de la envidia.