Revista Deportes
En medio de un tinglado circense formando por marcas y contratos millonarios, por Florentinos y Abramoviches, por cláusulas de rescisión y fichas de diez millones de euros por temporada, se cuela un simpático e histórico equipo vasco y consigue dar que hablar tanto o más que los, al parecer, únicos dos equipos de la liga española, el Madrid y el Barça.
El Athtletic Club de Bilbao, por si alguien no lo sabe, sólo admite en su plantilla jugadores vascos o nacidos en territorios colindantes con Euskal Herria. La mayor parte de ellos se forman en las categorías inferiores del propio Athlectic, su cantera, la fábrica de Lezama. Pues bien, este peculiar club que mantiene la filosofía del fútbol antiguo, donde todos los equipos jugaban con futbolistas locales, ha provocado una verdadera involución en el sistema futbolístico:
En plena crisis económica, todo el mundo habla de ellos, de su juego, de su mérito, de su ilusión, de sus valores, de su sólida y respetuosa afición. El Athletic siempre ha estado en Primera División, ha ganado varias Ligas y muchas Copas, pero no se le recuerda en primera línea del escaparate europeo, nunca le había enseñado al mundo globalizado su verdadera fuerza; la ilusión. Y es que no sólo ha ganado a equipos históricos de Europa, como el Manchester United o el Shalke 04, sino que les ha pasado por encima, demostrando que se puede jugar bien al fútbol con los mimbres justos; juventud, entusiasmo y sobre todo muchas ganas de divertirse. El binomio que forman un buen entrenador y una buena generación de jóvenes jugadores de la cantera han hecho del Athletic Club algo más que un club; lo han convertido en un referente, en un ejemplo para todos los presidentes y socios del mundo, para volver atrás, para recuperar la fuerza primigenia del fútbol, la basada en una buena planificación de cantera y no en un buen talonario.
El único equipo del que he sido socio, el Zamora CF, está adoptando una política similar, lo cual tiene aún más sentido en Segunda B. Y no le va mal, pues aminora gastos y esquiva deudas, cosa que en esa categoría puede desembocar en la desaparición del club. Las metas y aspiraciones no son las mismas que cuando se fichaba a base de talonario. Pero cuando eso sucedía el país vivía por encima de sus posibilidades, y el club (y el país) aún está pagando aquellos excesos. Por lo tanto, creo que en Segunda B, todos los clubes debarían seguir un política similar. No tanto para salvarse ellos mismos de la desaparición por deudas, sino para mejorar la salubridad del fútbol español.
La pregunta es ¿volverá el Madrid algún día a jugar con los futbolistas del Castilla? Si esto sucede, el efecto Athletic habrá recuperado el fútbol de verdad, un modelo sostenible que a día de hoy comienza a antojarse imprescindible.