No nos engañemos. Desde tiempos inmemorables, el cine ha copiado al cine para sacar adelante más y más películas. Ahí están el caso de Volcano y Un pueblo llamado Dante’s Peak o sin irnos lejos, la propia televisión con sus famosos en piscinas con bañadores turbo que dejan poco a la imaginación.
A lo que, tras esta introducción os estaréis preguntando “¿pero qué me cuentas?”; y es que Perfect Sense podría recordar en su planteamiento a Beginners. Ya saben, lo típico de chico conoce chica, se enamoran, lo pasan mal, muy mal porque cada uno quiere una cosa, se pelean y al final, pasan cosas.
Es por eso que la cinta de David Mackinze pueda recordar a su homonónima y santo grial del hipsterismo actual; además de por compartir protagonista, un Ewan Mcgregor cada vez más centrado en el papel de galán madurito, y porque ambas cintas tienen como protagonistas a actrices francesas. Y pare usted de contar, hasta ahí las similitudes.
Perfect Sense es la mezcla más edulcorada de ciencia ficción y amor a mansalva que se puede echar a la cara. Un día los habitantes de la tierra empiezan a perder, poco a poco, los sentidos del gusto, del olfato, del tacto y de la vista, que claro, ves esto y te tienes que preguntar “¿así que el único sentido perfecto es el amor?”. Con esta premisa planeado durante todo el metraje, asistimos a una extraña historia de amor plagada de momentos dignos del videoarte más actual y cercano al aburrimiento que podamos vivir en una sala comercial.
Lejos de ese pequeño detalle, que a unos puede gustar más o menos, tenemos una película perfecta para ver acompañado en pareja, mientras una manta nos salvaguarda del temporal que hace ahí fuera.