Musicalidad romántica a la francesa, pasiones suicidas, un viaje a las entrañas del cine "low cost" nacional y la rutina afectiva, grandes sorpresas de los primeros días del festival online más grande del mundo. Os hablamos de todas ellas.
por Jesús ChoyaLlegó el pasado viernes lleno de esperados y aclamados largometrajes. Se trata del cuarto Atlántida Film Fest de Filmin, el festival de cine online más grande del mundo, el Sundance español o el festival de los pobres. Da igual como lo llamemos, lo que está claro es que - de nuevo - es una absoluta maravilla.
El filme encargado de inaugurar el certamen fue El desconocido del lago (Alain Guiraudie - 2013), una polémica cinta francesa que llega a salas este mismo viernes tras triunfar en los festivales de Cannes o Sevilla. La cinta muestra en clave de thriller naturalista, como la rutina de una zona rural en la que se practica cruising se ve alterada al producirse en ella un asesinato. Con una fotografía que saca el máximo partido a los paisajes casi pictóricos que Guiraudie retrata y escenas de gran voltaje sexual, El desconocido del lago presenta una trama que, pese a resultar sencilla y llana como ejercicio de suspense puramente hitchockiano, adquiere trascendencia a medida que avanza en un pausado, pero no por conocido menos tenso, desarrollo in crescendo. Unos personajes perfectamente construidos, y por ende de gran interés para el espectador, interpretados por un reparto que hace gala de una magistral capacidad de contención, colaboran a hacer partícipe al espectador de un intrincado juego de miradas y pasiones casi suicidas que dota al largometraje, por su paradójica combinación de lo explícito de sus escenas carnales y la sutileza que despliega en su discurso interior, de un elemento extrañamente atractivo, ciertamente tóxico. El desconocido del lago es una película muy apreciable y disfrutable estéticamente y de múltiples lecturas más allá de la simpleza que pueda aparentar su simple pero contundente, audaz, controvertido y sexual envoltorio.
También de Francia, y como otro de los mayores reclamos del festival, aterrizó en Filmin Main dans la main (2012), (pen)último trabajo de la directora francesa Valerie Donzelli (Declaración de guerra) que permanecía sin ver la luz de las salas españolas en el profundo cajón de Golem Films. Se trata de una gratísima sorpresa que combina comedia ácida, romanticismo mágico y una gusto musical exquisito en la que Donzelli plantea una luminosa y atípica historia de amor, llena de momentos de extaordinaria belleza vitalista, entre dos personajes carismáticos y encantadores, a los que dan forma unos magníficos Jérémie Elkaïm y Valérie Lemercier. Chispeante, ligera y vitalista, Main dans la main habla sobre lo imposible, lo magnético y lo inexplicable del amor, bajo una cuidada y deliciosa atmósfera de cuento de hadas. Aunando dosis certeras de medida emoción feel good, punzadas melodramáticas y golpes de humor naïf, Donzelli construye una obra de argumento surrealista llena de encanto que conquista el corazón y provoca una constante sonrisa en el espectador, al cual otorga un fantástico regalo cinematográfico de vibrante brillantez. Pese a contener unas subtramas quizás algo desdibujadas en favor del romance principal, Mains dans la main es una cinta emocionalmente poderosa (y portentosa) y estéticamente formidable - al son de una banda sonora maravillosa - que se descubre, además, como una magnética introspección de la atracción inesperada y desconocida y de la sincronía romántica, empapada en los ecos del más lúcido y divertido François Truffaut.
Los nuevos métodos de producción, distribución y exhibición del cine español independiente así como la situación actual del mismo son los ejes alrededor de los cuales se desarrolla el interesantísimo documental Baratometrajes 2.0, un documento igualmente "low cost" y "al margen" que las películas de las que habla. Y también, igualmente apreciable y enriquecedor.
Con un estilo tan televisivo como didáctico y cercano al espectador, el filme que codirigen Hugo Serra y Daniel San Román presenta de manera tradicional una serie de entrevistas a personajes relacionados con el sector cinematográfico español que sirven como punto de partida para reflexionar sobre distintas cuestiones de actualidad y otorgar luz a algunas dudas o mentiras populares sobre la industria del cine nacional. Sin embargo, el documental aborda el abanico de temas - polémicos y relevantes - con pulso caleidoscópico, mostrando las opiniones sin trampa ni manipulación y ofreciendo perspectivas absolutamente contrarias pero, en su totalidad, profundamente enriquecedoras. En Baratometrajes se dan cita productores (González Kunh aporta cierta claridad a la desaparición de Alta Films), directores (Tina Olivares, Esperando Septiembre; Daniel Castro, Ilusión; Norberto Ramos del Val, Faraday, Summertime; Chiqui Carabante, 12+1 una comedia metafísica o los pujantes Alfonso Sánchez y Alberto López creadores de El mundo es nuestro entre otros), exhibidores (los gerentes de las salas independientes Artistic Metropol o Cineciutat) o periodistas (Jordi Costa, Desirée de Fez, Fernando de Luis-Orueta...) para hablar con sinceridad del crowdfunding, la piratería, el modelo actual de subvenciones por parte del ICAA, el VOD o la autofinanciación, temas áridos que son explicados de manera tan sencilla como completa, utilizando apoyos gráficos y aligerando la narración de manera audaz con una serie de piezas engalanadas bajo el subtítulo (en tiempo de twitter, hashtag) #unmundosincine que aporta un punto de unidad e incluso emoción a un documental ilustrativo que se desvela además como perfecto vehículo de: a) pulsión de la opinión de los distintos ámbitos que forman la actual industria del cine española b) descubrimiento de múltiples obras desconocidas para la mayor parte del público y de gran interés, y c) presentación del proyecto "Baratometrajes", esencia y propósito del largometraje, que pretende dar cabida a todos esos filmes pequeños que requieren de una voz colectiva para darse a conocer. Merece la pena.
La carencia afectiva, y sus improvisados parches, son el centro de la trama de la sorprendente El tercero, una suerte de revisitación argentina de Weekend, más cálida, interesante, técnicamente atractiva y verosímil que el filme de Andrew Haigh. Guerrero arriesga en su segunda película apostando por una estructura formal muy interesante ya que la cinta se desarrolla (casi) a través de tres planos fijos: una ventana de chat, una cena y una escena de sexo. El filme abandona la posibilidad de centrarse en el terreno más puro y propio del cine LGTB para abordar de manera universal la necesidad y la inquietud de una pareja homosexual de romper su rutina sexual y romántica para intentar tapar, así, las inevitables taras que surgen con el paso del tiempo. El tercero se erige como un relato sutil (y quizás demasiado púdico cuando no debe serlo), palpitante y agradable levantado por tres personajes sencillos y creíbles - gran elección de intérpretes - que se desarrolla sin sobresaltos pero con una pasmosa cercanía emocional al espectador de cualquier orientación sexual. Tímidamente renovador y rupturista, el filme argentino se consolida como una delicada sorpresa que aqueja de demasiada modestia y demasiadas pocas pretensiones pero que logra iluminar con su ciertamente sugerente encanto.