Revista Cine
Título original:
Taller Capuchoc
Año:
2014
Atlántida Film Fest:
Sección oficial
Duración:
84 min
País:
España
Director:
Carlo Padial
Reparto:
Miguel Noguera, Xavi Daura, Raquel Salvador, Jonathan Kovacs, Josep Seguí, Clara Rigby Reed, Víctor Parkas
“Ser escritor es un fracaso”
Esa es la reflexión del personaje de Miguel Noguera en Taller Capuchoc acerca de su oficio –aunque él se niegue a describirlo de tal manera-, y sirve para vislumbrar la compleja mente de un artista, que es más duro consigo mismo y su obra que cualquier crítico con la nueva película de Gus Van Sant. Acompañamos a este escritor a lo largo de su odisea de decadencia profesional que le lleva a verse obligado a impartir un taller literario, lo cual es según su opinión lo más despreciable a lo que se puede dedicar un autor. Pero no hay drama ninguno en la película, ni pretende ir por ese camino, ya que se desprende de cualquier convencionalismo con sus peculiares personajes, cuya evolución resulta difícil de seguir, pero que plantean algunas cuestiones realmente trascendentales sobre la situación actual de la cultura.
Esos interesantes planteamientos tienen que desarrollarse en la mente del espectador, porque le película los deja en el aire sin sacarles mucho provecho. El montaje aparentemente caótico puede desorientar más que guiar por la historia, ya que pasamos de unos personajes a otros, a veces para escuchar una incesante verborrea, sin un orden lógico. Pero si uno es capaz de no distraerse por ese desarrollo inusual se encontrará con reflexiones de calado, sobre todo procedentes del personaje de Noguera, aunque cueste disociar lo verdaderamente interesante de lo más trivial.
Quizá el momento más importante sea en el que el escritor pierde la templanza –o más bien se quita la máscara de falsedad que le corroía por dentro- y se desahoga con su alumna, que acaba de exponer un texto escrito por ella misma. En ese breve monólogo se expresa la globalización del proceso de la escritura, y la proliferación del aplauso a lo mediocre, que está provocando que cualquiera se crea capaz de crear y mantenerse en una burbuja de autocomplacencia y aceptación por parte de los “seguidores”.
Carlo Padial ha recurrido a la libertad total que ofrece el proceso de creación, tanto en cuanto a la escritura como filmación, para sacar a colación esos momentos de genialidad, dispersos precisamente en el inmenso campo de juego que proporciona esa libertad, y en el cual resulta fácil perderse.
6,5/10