Revista Viajes
Hoy he tenido la fortuna de poder viajar a Valencia en AVE, en el primer día laborable de su historia. Tenía que tomar el tercer tren de la mañana, el de las 8:40, que, como no podía ser de otra manera, no ha salido hasta las 9:05. Por lo demás todo correcto: el tren ha llegado a su destino una hora y treinta y ocho minutos después y debido al retraso tengo derecho a la devolución del cincuenta por ciento del billete.
La llegada a Valencia en AVE se hace por la estación Joaquín Sorolla, a penas a quinientos metros de la antigua Estación del Norte, en el corazón de la ciudad. La nueva estación es ante todo un edificio moderno y funcional, pero con muy pocas pretensiones estéticas o arquitectónicas. Desde luego, en eso sí que se ha perdido: la llegada a Valencia por la casi centenaria Estación del Norte era, cuanto menos, mucho más nostálgica para el viajero...
Por la tarde tocaba regresar a Madrid en el tren de las 16:10. El viaje de vuelta ha transcurrido sin incidentes. A las 17:40 el tren hacía su entrada en la estación de Atocha, tras cubrir los 391 Km que separan las dos ciudades, con una velocidad media de 260 Km/h y una velocidad punta de 302 Km/h.
Es increíble pensar que en tan sólo hora y media puedas pasar de estar en pleno centro de Valencia a estar en el casco histórico de Madrid.