Revista Cultura y Ocio

"Atomka", de Franck Thilliez: buceando entre la vida y la muerte

Publicado el 23 diciembre 2014 por Lidiacasado

Título: Atomka
Autor: Franck Thilliez
Editorial: Destino
Género: novela negra, policíaca, thriller
Páginas: 560
Publicación: 20/3/2013
ISBN: 978-84-233-4628-8


   A pocos días de Navidad, un suceso de gran envergadura irrumpe en las vidas de Lucie Hennebelle y Franck Sharko, policías de la famosa sección criminal del número 36 del Quai des Orfèvres. Aparece el cadáver de Christophe Gamblin, periodista de sucesos, encerrado en el congelador de su casa y su compañera desaparece mientras llevaba a cabo una serie de entrevistas sobre un caso explosivo del que nadie conoce los detalles. La única huella que parece haber dejado es su nombre garabateado en un papel que conserva un niño vagabundo y muy enfermo. Al mismo tiempo, un antiguo caso de mujeres secuestradas vuelve a salir a la superficie: víctimas arrojadas vivas pero inconscientes a lagos prácticamente congelados, y rescatadas in extremis gracias a varias llamadas anónimas a la policía. Las señales de un asesino brutal obsesionado con la hipotermia arrastrarán a Lucie y a Sharko hacia la zona prohibida de un lugar aterrador y devastado. Mientras la investigación se acelera, Sharko se enfrenta a viejos demonios que le conducirán a un duelo secreto y cruel que le irá destruyendo.
   Thilliez vuelve a ofrecernos más de lo mismo en su nueva entrega de la saga de protagonizada por Franck Sharko y Lucie Hennebelle, lo cual es una buena noticia para quienes hemos caído rendidos a los pies de sus tramas policíacas llenas de ciencia, experimentos, datos y cuestiones interesantes y de su magistral manera de orquestar el ritmo necesario para que un thriller funcione. Thilliez ha encontrado la fórmula que le funciona y no la cambia en Atomka, así que si te gusta el autor, te gustará la novela.
   En este caso, Thilliez nos sumerge (y nunca mejor dicho) en el misterio de la fina línea que separa la muerte y la vida y en el abismo insondable de la energía nuclear. Así, nos propone datos y reflexiones sobre la criogenización, sobre la posibilidad de suspender la vida y volver a ponerla en marcha, sobre los efectos de la energía nuclear y su duración en el tiempo o sobre sus posibles usos terapéuticos. 
   Además, profundiza en la relación profesional y personal entre Lucie y Sharko y en el proceso de ascenso de sus respectivos infiernos.  Thilliez continúa, pues, ahondando en la evolución de sus personajes principales en un hilo argumental que discurre bajo la trama policíaca y que convierte sus novelas en una auténtica saga ligada por algo más que sus protagonistas.
   En este sentido, hay que hablar de proceso de recuperación de datos o de historia que realiza en esta entrega. No sé si tendrá que ver con un intento de unificar lo que podríamos considerar tres sagas (Thilliez escribió dos primeras novelas protagonizadas únicamente por Sharko -El ángel rojo y Luto de miel- y otras dos protagonizadas por Lucie -no traducidas al castellano- y a partir de ahí unió a sus detectives y creó una nueva saga crossover que, hasta el momento, consta de tres entregas: El síndrome E, Gataca y Atomka), o con tratar de recordar al lector el bagaje de casos y sufrimiento que acumulan Sharko y Hennebelle o una forma de decirle a nuevos lectores "oye, si te gusta este libro, que sepas que hay seis más (aunque dos no estén publicado en castellano) que también te pueden enamorar" (al más puro estilo marketing directo, aunque sin llegar a los límites de Katherine Pancol) pero lo cierto es que esta novela Thilliez hace referencia al pasado de la saga, con sus casos, sus muertes y sus rémoras. 
   Pero creo que las referencias a casos anteriores van más allá del mero recuerdo. Me ha dado la impresión de que en esta entrega Thilliez trata de recuperar, hasta cierto punto, al Sharko de El ángel rojo, y no solo porque haya una subtrama en Atomka que le afecta directamente a él y que entronca con lo ocurrido en aquella novela. Creo que volvemos a encontrarnos con el Sharko más individualista y que más se salta a la torera los protocolos policiales (y sin que eso tenga ninguna repercusión, que es lo que más me escama), lo que me parece un paso atrás para él y para la saga. Y, de nuevo, retoma ese cliché que (ya lo he dicho en más ocasiones) me gusta cada vez menos encontrar en la novela negra o policíaca y que establece una relación directa entre perseguido y perseguidor. Es una característica de Thilliez pero me ha parecido un poco más forzado de costumbre en esta entrega. Será cosa mía.
   Nos seguimos leyendo.

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