Ayer tuve reunión con la profesora de La Tercera. Pude comprobar in situ lo que ya me temía: Ella también ha caído presa de las redes de La Tercera. Fueron cuarenta y cinco minutos en los que la profesora muerta de amor me narraba con ojos de corderito degollado lo maravillosa que es mi niña. Pensarán ustedes que por fin me ha tocado una empollona en suerte. Pues no. La niña es de la cuerda del gremlin y no sabe hacer la O con un canuto. Porque no le hemos enseñado. Que conste.
No son sus logros académicos los que tienen conquistada a su seño. No. Es eso que hace que mis padres digan que es especial, mis suegros que tiene algo, la tía de Marbella que es atractiva, la profesora que es –y cito literalmente- cool, y la niñera que es una combinación explosiva de dulzura con un puntito picantón. Es una niña que no deja indiferente a casi nadie con su guasa socarrona, su risa picarona y sus miradas infinitas.
No es la más guapa de mis niñas, ni probablemente la más lista, y sin embargo es la reina de la casa. Por decisión propia. Nos manipula a su antojo empezando por sus hermanas mayores que son meras marionetas. Los hilos los mueve ella. Un día le hace caso a una para que la otra muera de celos y cuando empiezan a perder interés permuta sus afectos para que sea la otra la que llore desconsoladamente porque no le hace caso. Las tiene en un ay permanente que yo me esfuerzo por desmitificar sin éxito. ¿Cómo me van a hacer caso las pobres infelices? Cuando emplea las mismas técnicas de amor castigador con nosotros consigue que su padre y yo perdamos cualquier atisbo de dignidad parental y nos pisemos sin pudor para ser su favorito.
Es lo que tiene La Tercera: Carisma. A raudales. Es una virtud tan rara que resulta irresistible. Se habla mucho del carisma pero son muy pocos los agraciados con este don de gentes. Yo conozco exactamente dos personas carismáticas: el hermano de mi amiga la de Madrid y mi hija. De esta muestra insuficiente es difícil sacar alguna estadística floja.
La Tercera es una niña divertida, sorprendente, con un abanico de muecas y gestos inaudito para sus dos años y medio. Puede ser muy cariñosa y muy cabezota pero cuando crees que ya no puedes más con ella siempre se saca un as de la manga, una mirada de una profundidad imposible para su edad, para que caigas rendida a sus pies irremediablemente. Es muy independiente y a la vez muy sociable. Y sobretodo muy práctica. Cuando tiene sueño duerme, cuando tiene hambre come, cuando quiere estar contigo se te acurruca encima y cuando le aburres te deja plantada sin más. No se complica la vida.
Siendo la tercera de cuatro muy seguidas estaba abocada al anonimato, a la indiferencia, pero ella ha conseguido brillar con luz propia. Es una niña con la que da gusto estar y reparte unos besos que saben a gloria. Ahora nos queda por ver qué hará La Cuarta para quitarse de encima semejante sombra.
La Tercera dominará el mundo. Si le apetece. Están ustedes avisados.
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