Revista Opinión

Atraco en la ciudad

Publicado el 11 enero 2013 por María Pilar @pilarmore

Atraco en la ciudad

wassily kandinsky obras

Al encuentro en el tren le siguió un flirteo durante algún tiempo. Tuvo sus cotas de romanticismo, pero en esos momentos ninguno de los dos estaba dispuesto a asumir las renuncias que un mayor compromiso les exigía. Sus vidas profesionales transcurrían en paralelo y tenían que hacer encajes de bolillos para que coincidieran sus respectivas agendas. Los encuentros esporádicos siempre fueron en su casa de soltero ambientada con un aire de transitoriedad propio del que está de paso.  Decía, medio en broma,  que si una vez entraba en la de ella no iba a poder escapar. Para ella siempre fue “su chico del tren”.Tras las últimas decepciones intentaba no comprometerse para no sufrir cuando llegara el relevo. Si una casualidad había hecho posible el encuentro otra podría provocar el distanciamiento. No había lugar a preguntas, la vida real de cada cual se quedaba esperando como un despojo con la ropa que se quitaban y al vestirse la volvían a recuperar. Lo que hubo en ese paréntesis, que fue intenso y maravilloso, sólo entre ellos quedó. Nadie dejó a nadie, la situación tan provisional fue languideciendo hasta que acabó en un “hasta pronto”. Nunca más se volvieron a ver.
Un día, al abrir las páginas de un periódico, ella se lo encontró. La foto era de archivo – del carné de identidad o de alguna otra documentación- y pertenecía a la época en que lo conoció. No pudo dejarse llevar por los recuerdos que le traía porque las letras del titular se interponían a sus pensamientosImportante investigador atracado y acuchillado en un cajero de la ciudad.
Era un largo fin de semana primaveral. La operación salida, con su correspondiente atasco, había tenido lugar el día anterior. El sábado se respiraba tranquilidad y hasta el sol colaboraba deshaciendo la capa de contaminación que como una lapa se posa por encima de la ciudad. Él decidió que saldría el sábado.Despojándose de su piel de trabajo - traje, corbata y zapatos de vestir – se puso ropa deportiva con la que se sentía más cómodo a la vez que le daba un aspecto más joven y atlético. Se acercó al cajero más cercano para llevar algo de dinero en efectivo, acostumbraba a hacer sus pagos con tarjeta. En el cajero creía estar solo hasta que una voz insolente le habló pegada a su espalda.
  •        Pero ¡Qué pasa! ¡No funciona o qué!
  •         Sí, sí. Ya está. - Le contestó.
Y al darse la vuelta sintió un fuerte golpe en la parte izquierda del pecho a la vez que le usurpaban el dinero que aún tenía en la mano. Vio salir corriendo a un hombre esmirriado, de unos 50 años, con guedejas a pesar de la calvicie manifiesta, aspecto descuidado y lo más curioso, por primera vez observó el cuchillo que, manchado de sangre, intentaba ocultar en la manga de la chaqueta. Inmediatamente notó la humedad de su propia sangre que ya dejaba un cerco en la niqui, apretó la herida con una mano para evitar desangrarse y con la otra sacó el móvil, pero la vista se le nublaba y no podía marcar los números. Anduvo unos metros que se le hicieron eternos hasta la calle principal y allí dio su móvil a la primera persona que encontró para que llamara al 112 y cayó desplomado en la acera; lo que permitió a la sangre contenida salir a borbotones.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas