Al principio me produjo rechazo. Porque ¿Cómo voy a vivirlo si aún no lo he alcanzado? Pero la frase se me quedó ahí, en el cerebro, dándole vueltas.
Así que intenté ponerme algún ejemplo. Veamos. Imagino que quiero ser albañil ¿Cómo vivirlo? Empecé el proceso. Lo primero es que si quiero ser albañil, es porque hay algo en ello que me llama la atención, …, que me motiva. Tanto, que tal vez haya hecho mis pinitos como tal, he aprendido algunas cosas, disfruto con ello. Y no me ha salido mal. Vale, Ok, podría trabajar de albañil. Pero ¿Dónde? Si me quedo en casa, salvo alguna chapuza particular, poco podré hacer. Mejor será que salga a la calle a buscar. No se me ocurrirá ir a una farmacia, o a una biblioteca a decir que quiero trabajar de albañil. Más bien, deberé ir a los sitios donde haya grúas, o constructoras, o almacenes de material para la construcción, o contactar con algún albañil ofreciéndole colaboración, o preguntaré quien de mis conocidos necesita algún arreglo. Estando en el sitio adecuado, si mis capacidades son las convenientes, entonces tal vez consiga algún trabajo. O no, porque mi formación no es la adecuada o es insuficiente para ese trabajo. Ellos mismos, los que viven de la albañilería, me lo van a decir. Pros, contras, posibilidades,etc. Entonces, como quiero vivir como ellos, deberé mejorar mis cualidades. Y una vez conseguido, volveré al círculo de la construcción para conseguir trabajo. ¿Qué estoy haciendo? Pues aunque parezca un perogrullo, sólo puedo alcanzar mi meta si me introduzco en ese mundillo y aprendo que cosas hacen falta para instalarme allí. Y es este proceso, en el que vivo como albañil, lo que hace que lo sea o llegue a serlo. Pero no es mañana cuando tengo que lanzarme porque cualquier paso que de sin ese conocimiento, seguramente será equivocado. Necesito saber cómo se mueve todo en ese círculo y así poder empezar.Lo mismo ocurre con cualquier otra profesión o actividad. Ingeniero, escritor, secretariado, abogado, músico, etc,etc,etc. O vivo como si lo soy o nunca lo seré.