Imagina una línea que separa la responsabilidad y capacidad para dar cuenta de tus actos, de la victimización irresponsable… Una línea sobre la cual puedes encontrar posibilidades de responder a tus circunstancias para perseguir los resultados que deseas, y por debajo de la cual caerás en el ciclo de la víctima donde lo que encuentras es estancamiento y queja.
Ni los individuos ni las empresas permanecen siempre por encima de la línea divisoria de estos dos ámbitos ya que tarde o temprano ocurren eventos ante los cuales se ubican inexorablemente debajo de la línea. Aun cuando las personas y organizaciones pueden mostrar comportamientos responsables y rendir cuenta de sus actos en algunas situaciones, el comportamiento de la víctima se manifestará en otras. Algún tema o circunstancia favorecerá el pensar y actuar por encima de la línea y otros por debajo de la línea.
Ni el más fuerte compromiso con el valor de la responsablilidad impedirá caer por debajo de la línea en algún momento.
Las personas y culturas organizacionales que operan Bajo la Línea de forma consistente no descubren formas de hacerse cargo de su gestión y languidecen en el ciclo de la víctima, empiezan a perder su pasión, y lo hacen hasta que los invade la impotencia.
Si deciden continuar jugando como víctimas, se moverán a través de etapas previsibles en un ciclo interminable que erosiona e impide mejorar la productividad individual y organizacional: ignorando su responsabilidad o fingiendo desconocerla, alegando que no es su trabajo, esquivando su responsabilidad, culpando a otros por su propia situación, aduciendo confusión como una excusa para la inacción, exigiéndoles a los demás que hagan algo, alegando que no pueden hacerlo, articulando historias en las que son inocentes espectadores y, finalmente, aguardando que algún asistente imaginario produzca un milagro.
Cómo reconocer que estás debajo de la línea
Cada vez que te encuentras atrapado en el ciclo de la víctima, es necesario primero reconocer que estás funcionando por debajo de la línea y pagando un alto precio por ello para luego poder liberarte. Sólo con ese reconocimiento se puede empezar a asumir la actitud del que descubre algo, y esto te habilita para movilizar tu deseo de estar por encima de la línea.
Si no logras de vencer por tí mismo la incercia y ceguera propia del ciclo de la víctima, necesitarás escuchar la retroalimentación de una persona a la que respetes y que pueda compartir contigo sus opiniones bien fundamentadas con intención de ayudarte a reconocer que te estás victimizando.
Aunque el ciclo de la víctima puede ser desconcertante y complejo, hay seis etapas básicas, comunes a la mayoría de las personas y organizaciones:
1. Ignorar / Negar. Un punto de partida típico para aquellos que quedan atrapados en el ciclo de la víctima es la etapa de ignorar y negar, en la que pretenden no saber que hay un problema, o desconocer que el problema les afecta o negar el problema por completo.
2. No es asunto mío. Esta etapa refleja la conciencia de que algo hay que hacer para resolver algún asunto, y simultáneamente hay una evasión extrema a participar en estas acciones.
3. Señalar con el dedo. En esta etapa del ciclo de la víctima la gente niega su propia responsabilidad ante los malos resultados y busca culpables en otras personas o en factores externos.
4. Confusión / No se qué hacer. En esta etapa del ciclo de las víctimas, la gente aduce confusión como una forma de aliviar su responsabilidad. “Si no entiendo la situación, nadie podrá pedirme que haga algo al respecto”.
5. Cubrirse las espaldas. Esta es la penúltima etapa del ciclo de la víctima, donde la persona actúa pero lo hace en forma defensiva, elaborando diferentes estrategias para evitar ser considerada culpable en caso de que las cosas no salgan bien.
6. Esperar y ver. Las personas siguen sumidas en el ciclo de la víctima cuando después de actuar optan por “esperar y ver” si las cosas mejoran.
Selección de Andrés Ubierna del libro The Oz Principle: Getting Results Through Individual and Organizational Accountability, de Connors, Smith y Hickman