Este jueves 3 de Diciembre imparto un Taller de Motivación y Vocación para los alumnos del IES Cánovas del Castillo, de Málaga. En resumen, trataré de transmitir a la muchachada que para dedicarse a algo en la vida es imprescindible alcanzar primero un buen nivel de autoconocimiento: saber cuáles son tus intereses, motivaciones y habilidades.
¿Qué te da miedo? ¿Qué te motiva? ¿Qué te aburre? ¿Qué se te da bien? ¿Qué te divierte y/o qué te provoca satisfacción?
¿Nos hicimos estas preguntas a la hora de elegir nuestra profesión, o fuímos más bien empujados por nuestros padres e iguales, o por la tendencia del mercado laboral en ese momento? Si fuera sólo por esto último, todos seríamos banqueros. Afortunadamente, no es así.
Una vocación es algo que te gusta y que sientes que realizándolodesarrollas tus mejores competencias.
Al llevar a cabo por tanto una actividad relacionada con una vocación, te sientes satisfecho contigo mismo por el simple hecho de llevar a cabo esa actividad. No necesitas ni dinero, ni vacaciones, aunque claro, si te reporta tanto lo uno como lo otro, mucho mejor, porque necesitamos el dinero (y también las vacaciones) para poder vivir.
Muy importante fijarse en que he escrito "una vocación" y no "la vocación". ¿Por qué obcecarse en hacer sólo una cosa? Yo sólo tengo 35 años y ya he hecho muchas cosas con las que me he ganado la vida (algunas me gustaban, otras os aseguro que para nada), y me gustaría seguir haciendo muchas cosas muy diferentes. Alguien que le guste escribir y que no tenga suerte con las editoriales, podría intentarlo como periodista, redactor, bloguero...
Existe una corriente extremadamente positivista (se ve mucho en Redes Sociales y vídeos de Youtube) que nos motivan a luchar por nuestros sueños y darlo todo por alcanzarlos. ¿Todo? Espera un momento... Me gustan mis sueños, pero también hay muchas cosas en mi vida que me gustan y a lo mejor no quiero sacrificarlas. Si no puedes alcanzar una estrella... amplia tu campo de visión: el cielo está lleno de ellas.
Y sin embargo en el otro lado están las personas que ni siquiera movieron un dedo por sus sueños porque simplemente no supieron cuáles eran. No se hicieron las preguntas adecuadas que les sirvieran de guía, se dejaron llevar por la marea, y hoy se sienten como en una isla desierta: solos, vacíos... mirando cada noche el firmamento, esperando que pase una estrella.
Y les dirán (y se dirán) que ya es demasiado tarde, que pasó el tren, el barco, el avión... Que olviden su sueño, que lo sustituyan por otro. ¿Acaso no es lo que acabo de decir antes, que es perjudicial obcecarse por un sueño? Pues no. Tú decides hasta cuándo y dónde. Hasta cuándo persistir, hasta dónde llegan tus límites y tu paciencia.
Puede ser malo darlo todo por un sueño cuando los costes son tremedamente excesivos en relación a los beneficios. Pero peor es generarse la convicción de que ya es demasiado tarde. Demasiado tarde para ser feliz es nunca.
Porque si te sientes realmente identificado con el título de mi post, es decir, si te sientes atrapado, puedes encontrar una salida. Simplemente hazte esta pregunta: ¿responde tu insatisfacción vital actual a una mala decisión que tomaste en el pasado? ¿Una decisión que fue mala porque sencillamente aún no te conocías lo suficiente?
Y ahora que te conoces mejor, ahora que dispones de mayor información, ¿me vas a decir que no te atreves a tomar una decisión diferente porque ha pasado demasiado tiempo? ¿Me vas a decir que vas a pasar de ser feliz porque simplemente un día tomaste una decisión y ahora tienes que apechugar con las consecuencias? Como si la vida no nos diera segundas y terceras y cuartas oportunidades...
Dicen que hay personas que tienen la suerte de trabajar en aquello que les gusta. Yo no creo que sea una suerte. Teniendo en cuenta que dedicamos alrededor de una tercera parte de nuestra vida al trabajo, ¡eso es un derecho!
Por otro lado, hay personas que hacen que su trabajo les guste. Gracias a su actitud, a su positividad, a su capacidad para ilusionarse... ¡Eso sí que es una suerte! Pero si no te gusta tu trabajo, si incluso lo aborreces, quizá necesites algo nuevo, algo diferente, un cambio. No siempre hace falta liarse la manta a la cabeza, algunas veces el cambio puede ser moderado y progresivo
Pregúntate: ¿qué quiero ser de mayor? Me da igual la edad que tengas. Nunca es tarde para hacerse esa pregunta porque nunca, dejamos de crecer.