El socialista, François Hollande, ganó la primera vuelta a Nicolas Sarkozy.
Sarkozy saca pecho ante los franceses.
Los franceses acaban de votar en la primera vuelta, dejando un mensaje claro: “Adiós, Merkozy” y “Buenos días, Merkoollande”. Ambos se perfilaron para la segunda vuelta como presidentes de la República Francesa, pero, mientras el primero recibió el 27 % de los votos (cuatro puntos menos que los que logró hace cinco años), el segundo alcanzó el 28,6%. La tercera candidata, Marine Le Pen, hija del conocido político de extrema derecha, Jean-Marie Le Pen, sorprendió con el 18,2% y el cuarto, Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda, se quedó en cuarta posición, con un 11,13%.
El resultado da por ganador al candidato socialista, quien deberá enfrentarse en una segunda vuelta a un peligroso Sarkozy, que se defenderá como gato panza arriba. Hay quien asegura que éste, para atraerse una mayoría de votos, hará más guiños al electorado de la extrema derecha, aunque Marine Le Pen haya elevado el tono de su mensaje en contra de los dos grandes partidos. “Hemos hecho explotar el monopolio de los dos partidos de la banca y de las finanzas –declaró la dama de hierro que ya sueña en convertirse en “jefa de la oposición”–. Hemos llevado más alto que nunca las ideas nacionales, pero no se trata más que del comienzo. Sólo el Frente Nacional puede frenar a la izquierda”. Lo que la convierte en la derecha radical más fuerte de Europa, acumulando así la voz de la protesta, del malestar de los ciudadanos frente a la crisis, las medidas de austeridad, la inmigración y las consecuencias de la globalización.
Por vez primera en la historia de la Quinta República, un presidente francés en ejercicio pierde en la primera vuelta al intentar ser reelegido. La poción mágica de Ásterix, en esta ocasión, no ha funcionado; sus seguidores han ido menguando poco a poco, y, hasta su antecesor, Chirac, anunció que votaría por el candidato socialista. Pero, lejos de darse por vencido, Sarkozy es capaz de acercarse a la extrema derecha hasta límites insospechados y contradictorios y piensa en conquistar a un 45 % de los votantes del Frente Nacional, pese a que su candidata invite a la abstención. Y, sigue apoyando a Ángela Merkel, la canciller alemana. Pero el mensaje de François Hollande parecen haber calado más hondo. Denuncia que Sarkozy ha sido demasiado colaboracionista con Merkel y que tanto ajuste, austeridad y recorte del gasto público (y del consumo privado) está ahogando al enfermo.
Tras conocer su victoria aún no definitiva, Hollande anunció que “el cambio está en marcha” y pidió el voto de los franceses para obtener, en la segunda vuelta del próximo día 6 de mayo, “una bella victoria a la altura de Francia, de su historia y de su futuro”. Su rival, Nicolas Sarkozy, se presenta como garante de las soluciones que necesita el país para salir de la crisis, no dudando en advertir que él “ya ha hecho los deberes”. Y, mientras los mercados financieros vuelven a mostrar síntomas de pánico y Europa zozobra otra vez, el presidente saliente y su primer ministro, François Fillon, afirman que, si el socialista Hollande gana las elecciones, “habrá una crisis de confianza masiva y volverá la especulación contra el euro”. De esta forma, la Unión por el Movimiento Popular (UMP), que aún confía en llegar primero a la segunda vuelta, trata de agitar el espectro de la llegada al poder de una izquierda “financieramente irresponsable, dispendiosa, aficionada a subir los impuestos y a redistribuir los recursos, abusando del talonario social”. Asegura que, de seguir a Hollande, Francia se convertirá en Grecia o España. Y que, con su “o yo o el caos”, en caso de una victoria socialista, se produciría una “crisis de confianza masiva” en Europa. Pero una mayoría de franceses no parece haberse asustado con sus advertencias y la rebelión de Hollande contra el Berlín de Merkel parece haberles convencido. Sólo hay que esperar a la segunda vuelta.