Puedes escuchar aquí el cuento Los tres cerditos y el lodo.
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Érase una vez tres hermanos cerditos a quienes les gustaba mucho ir a la escuela. Tenía cada uno una mochila preciosa con su nombre, en la que guardaban su estuche, el cuaderno y un libro de lectura.
Se levantaban muy temprano por la mañana para desayunar una manzana muy madura, casi casi pocha, y un buen vaso de leche que bebían con una pajita haciendo mucho ruido.
Un día, volviendo de la escuela, pasaron delante de un gran charco lleno de lodo. Con lo que les gustaba a ellos bañarse en el lodo, no lo dudaron: se quitaron las mochilas y saltaron al charco a la de una, a las dos y a las tres. Jugaron durante horas y horas, manchándose de lodo.
Cuando empezó a atardecer y casi ya no quedaba lodo en el charco, se dieron cuenta de que se había hecho muy tarde y de que sus padres estarían preocupados en casa esperándoles. Debían de pensar en alguna excusa para explicar porqué llegaban tan tarde a casa.
Por el camino fueron discutiendo. El mayor decía que podían inventarse que les había entretenido un lobo por el camino, el mediano que se había roto el puente por el que siempre pasaban para llegar a casa y el pequeño dijo que lo mejor era decir la verdad.
Y cuando llegaron a casa, sin pensarlo, les contaron a sus padres lo bien que se lo habían pasado jugando en el lodo y que por eso se les había hecho tarde. Y como al papa cerdo y a la mamá cerda también les encantaba el lodo, les preguntaron dónde estaba ese hermoso charco ¡para ir todos juntos a darse un chapuzón!
Ilustración: Ana del Arenal