William Blake.Augurios de inocencia.Edición bilingüe de Fernando Castanedo.Cátedra Letras Universales. Madrid, 2020.
Esta página en concreto recoge el final de El monje cano y el comienzo del texto titulado Augurios de Inocencia, que reproducimos en la traducción de Fernando Castanedo:
El ver un mundo en un grano de arena
y un cielo en la florecilla del campo
sostener lo infinito en la palma de la mano
y poseer lo eterno en una hora apenas
El petirrojo enjaulado
pone al cielo enrabietado.
El palomar lleno de palomas y pichones
estremece el infierno por todas sus regiones
El perro hambriento en el umbral de su amo
predice la destrucción del Estado.
Y ese texto de ciento treinta y dos líneas de aforismos en pareados es el que da título al volumen en el que Cátedra Letras Universales edita el Manuscrito Pickering, donde William Blake (1757-1827) reunió en 1803 o 1805 diez de sus más conocidos poemas, que no se publicaron hasta 1866, casi cuarenta años después de su muerte, cuando lo adquirió BM Pickering.
Conviven en él lo infinito y lo finito, lo efímero y lo eterno, la inocencia y la crueldad bajo la mirada de un poeta visionario y profético que transfigura la realidad en este y en los otros textos del volumen, cercanos en tono, ritmo, temática y temperatura emocional a las Canciones de inocencia y experiencia
William Blake es uno de los poetas más enigmáticos y asombrosos de la tradición occidental. Inclasificable e irrepetible, su intensa poesía fue una isla deslumbrante en el racionalismo del siglo XVIII, una profecía del irracionalismo romántico y de la actitud visionaria del superrealismo.
Grabador y poeta, místico y pintor, visionario y filósofo, excéntrico y astuto, Blake fue un artista total que fundió la palabra y la imagen en una doble actividad que nunca concibió por separado y que dio lugar a libros tan desasosegantes como El matrimonio del cielo y del infierno o los Cantos de experiencia y de inocencia.
Aquel poeta iconoclasta y profético, en cuyos versos conviven en raro equilibrio las luces y las sombras, fundó una cosmogonía prometeica propia sobre el hombre anterior a la caída en los Cantos de inocencia y sobre el conocimiento del dolor en los Cantos de experiencia, creó una obra de enorme potencia imaginativa, murió cantando y dejó una huella importante en Yeats o en el Graves de La diosa blanca, en Cirlot, en Borges o en el Neruda más visionario de Residencia en la tierra.
Un artista complejo y total en cuya obra poética y gráfica conviven lo oscuro y lo deslumbrante, la inspiración y el caos, lo disparatado y lo convencional, en el raro equilibrio de lucidez y locura que recorre sus textos. La potencia visionaria, el irracionalismo sensorial y la ambición verbal de la obra de William Blake son los eslabones que conectan la actitud pasional del Romanticismo con la intelectualización simbolista.
La estupenda edición anotada y bilingüe que ha preparado y traducido Fernando Castanedo incluye una reproducción facsímil del manuscrito autógrafo y se abre con un amplio estudio introductorio en el que el responsable de la edición señala que “los poemas que William Blake reunió en el manuscrito que se publica en este volumen constituyen sin duda el mejor resumen posible de su producción literaria.”
Santos Domínguez