Revista Salud y Bienestar
"La nariz es un órgano con una clara repercusión social, es decir, que está expuesto a una evaluación exterior constante. Esta es la principal peculiaridad que presenta respecto a otras partes del cuerpo a la hora de corregir un resultado que no es el esperado tras una rinoplastia", afirma el Dr. Antonio Bazán, jefe de Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Virgen del Camino, de Pamplona, y presidente de la mesa Rinoplastia secundaria y reconstructiva, que se celebra esta tarde en el marco del XLV Congreso Nacional de la SECPRE. "Hablamos de un órgano muy particular –continúa-, donde se juntan tres aspectos diferentes pero indisolubles: el funcional (la nariz es soporte de la función olfatoria y respiratoria), el estructural y el estético."
La rinoplastia es una de las operaciones de estética más demandas en nuestro país, y según explica el Dr. Bazán, "esta tendencia va en aumento, al igual que la demanda de rinoplastias secundarias". Dichas intervenciones se llevan a cabo cuando los resultados de una primera intervención no son los esperados y el paciente debe pasar de nuevo por el quirófano. ¿Las causas? Son muy diversas, dependiendo de cuál era la situación inicial de la nariz, las técnicas realizadas en ella, el resultado estético obtenido, las posibles alteraciones funcionales potencialmente acaecidas, la repercusión psicológica que pudieran conllevar, etc.
En cualquier caso, en los últimos tiempos se viene constatando un aumento en la demanda de rinoplastias secundarias que, al menos en parte, pudieran relacionarse con dos motivos concretos: "En primer lugar, y de la mano del aumento global de la demanda de intervenciones de cirugía estética –incluida la nasal-, la llegada al mundo de la rinoplastia de profesionales sin una adecuada formación o incluso cualificación, lo cual es especialmente sensible dada la gran complejidad, en general, de estas cirugías. Es por esto que, ante la posible eventualidad de un resultado insatisfactorio tras una rinoplastia, los pacientes acudan de forma más directa a especialistas en cirugía plástica para una cirugía secundaria, generalmente de aún mayor complejidad. Por otra parte, en los últimos años y con el fin de minimizar la agresividad de las intervenciones –y muchas veces con un trasfondo meramente comercial-, se ha extendido la práctica de modificar la nariz sin cirugía, mediante rellenos. Estos procedimientos entrañan un riesgo, sobre todo en función del material de relleno que se utilice (especialmente en los materiales no reabsorbibles), y así, los resultados pueden ser excelentes o abocar a un desastre. El relleno, en determinadas circunstancias, puede ser un complemento, pero la rinoplastia es mucho más que eso: en ella han de contemplarse muchos y variados aspectos, tanto estructurales como morfológico-estéticos y funcionales", afirma este especialista.
Según explica el doctor, "los motivos que llevan a una persona a someterse a una rinoplastia secundaria son variados, empezando por el propio juicio estético del paciente, que no se ve bien con el resultado obtenido. Para evitar encontrarse con esta situación, es fundamental que el médico escuche al paciente, evalúe el caso con calma y mesura y pueda transmitirle qué se podría realizar, de tal forma que ambos ‘sintonicen’ en cuanto a qué se espera de ese procedimiento quirúrgico. Asimismo, el cirujano debe valorar las circunstancias de cada persona de manera individualizada y plantearse que no todo lo que se puede operar debe operarse. No es infrecuente que un paciente exponga unas expectativas y objetivos quirúrgicos poco realistas o incluso inalcanzables. En esos casos, lo más aconsejable médicamente es sugerirle que sea evaluado por otro especialista, como puede ser un psicólogo".
En otras ocasiones, se producen resultados no esperados por dificultades en la propia estructura de la nariz, como por ejemplo, que los huesos no se hayan consolidado bien, haya irregularidades en las fracturas o asimetría en los cartílagos. O bien problemas con las partes blandas, por ejemplo, cuando hay un exceso de piel, típico en pieles muy gruesas, las cuales no se adaptan bien a la nueva estructura nasal, quedando la punta poco definida; o viceversa, cuando hay escasez de tejidos blandos o de cartílago como consecuencia de cirugías previas, traumatismos u otras condiciones patológicas. Por último, se pueden dar problemas funcionales, a menudo ya existentes antes de la rinoplastia, pero que no habían sido evaluados, como desviación en el tabique o problemas derivados de la válvula nasal. "En estos casos se manifiesta una patología que ya existía, pero que no se ha previsto antes de la rinoplastia, bien por desconocimiento del cirujano o incluso del propio paciente", explica el Dr. Antonio Bazán. "De nuevo, la evaluación inicial personalizada y global (morfológica y funcional) es fundamental antes de plantear una rinoplastia"
Aunque es poco común, ya que el paciente suele ser disciplinado, el Dr. Bazán recuerda que "el auto cuidado postoperatorio y seguir las recomendaciones del especialista son aspectos básicos para lograr un buen resultado tras una rinoplastia.
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