Se ha publicado recientemente una encuesta realizada por la American Academy of Facial Plastic and Reconstructive Surgery (AAFPRS) donde se demuestra que el número de pacientes jóvenes que consulta al cirujano plástico en EEUU ha aumentado en el último año debido a la aparición de sus fotos en redes sociales.
Según este estudio el 58% de los cirujanos plásticos entrevistados refirieron un aumento del número de visitas de jóvenes de menos de 30 años para mejorar su aspecto estético. Un cirujano plástico declaraba que antes los pacientes venían con la foto de alguna famosa, pero que ahora algunos vienen con un “selfie” retocado con programas tipo photoshop para que el cirujano vea cual es el resultado final deseado.
Las redes sociales donde solo aparecen fotos como Instagram y Snapchat son las más frecuentemente implicadas.
El 70% de las técnicas realizadas por los cirujanos plásticos fueron mímimamente invasivas, destacando por su mayor frecuencia el Botox, seguido de rellenos y peelings. De las técnicas quirúrgicas, el remodelado de nariz fue la más solicitada.
Los hombres solicitan con mayor frecuencia Botox, implantes capilares y ácido hialurónico, mientras que las mujeres solicitan lifting, botox, blefaroplastia y láseres.
Este estudio me parece interesante por lo inquietante de sus consecuencias. Con los smartphones nunca a lo largo de la historia la gente joven ha tenido un conocimiento tan minucioso de la imagen facial. En pacientes con la personalidad no madura este control de nuestro físico puede ser fuente de ansiedad y de falta de autoestima. Con los adultos pasa lo mismo, aunque se supone que en la mayoría de los casos la personalidad es más madura. Para algunas personas la imagen virtual es tan importante como la real, como puede leerse en esta historia donde una persona se gastó mas de 15.000 dolares para mejorar su foto “selfie”.
En resumen, los “selfies”, una moda aparentemente inocua, pueden ser una fuente de sufrimiento en personas con personalidades no bien estructuradas. Ojalá el sentido común prevalezca no sólo en los pacientes sino también en los médicos que atienden este tipo de personas. Es importante que el médico haga entender a estos pacientes que no van a ser más felices consiguiendo una mejoría de su “selfie”.
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