Hace casi un año que Marian no sube al tren. Es un poco extraño que por alguna razón volteo por la ventana esperando quizá que este de pie ahí, lista para viajar frente a la antigua bodega de periódicos.Tal vez el día de hoy usaría sus pequeñas botitas café y la bufanda color tierra para ir a juego, no lo se, pero cuando hacia frío aveces usaba eso. Ahora que lo pienso sus ojos se veían más café de lo normal y sus pestañas mas largas,quizá por eso note esa bufanda color tierra. Cuando sube siempre sonríe primero sin. importar quien esta junto a ella y de inmediato se dispone a abrir su libro y morder su labio inferior ligeramente
Que ironía, yo pensaba en lo que ella podría usar hoy y ella quizá ni siquiera sepa quien soy yo.
Otra vez los 27 minutos en el tren eran eternos y la tranquilidad de su aroma dulce y conocido ya se había desvanecido. De nuevo estaba en la misma escena que antes de que ella subiera en mi vagón. Invierno, solo, aburrido y sin ningún sentido.
Ella subía por las mañanas y también por las tardes como si nuestros horarios estuvieran a juego. Así que jamás daba tiempo de que se esfumara del vagón su familiararoma a vainilla.
No me había dado cuenta que hace mucho que Marian, otras personas y yo viajábamos juntos en los mismos horarios. No me había dado cuenta que estábamos juntos en el mismo vagón por 27 minutos cada mañanay cada tarde. Había estado tantas veces con las mismas personas en el mismo lugar y peculiarmente solo puedo recordar a la chica con aroma a vainilla y aquella anciana que siempre me ve con cara de desconfianza.
Me acostumbre a verla, también a percibir su presencia. La ultima vez que la vi casi perdí el tren, me apresure en la oficina, tome mi portafolio y en mi interior me lamentaba porque ella estaría ahí y no podría verla. Y corrí. Y la vi. La vi por última vez.
Me pregunto si volverá a subir, quisiera que volviera a hacerlo porque quizá mis 27 minutos los invierta en hacerme preguntas respecto a ella. Seria triste pasar el resto de mis viajes sin ningún sentido.
Y aquí me veo en el fondo del vagón, rodeado de gente y totalmente solo al mismo tiempo. Leyendo el periódico y volteando por la ventana cada que nos detenemos para ver si de casualidad ella está ahí esperando…con el cabello obscuro en su rostro, su bufanda color tierra, sus botitas café, su libro de Lewis Patrick y su peculiar aroma a vainilla….