Revista Coaching

¿Aún juegas a la comparación?

Por Raquelcabalga @RaquelCabalga

ComparaciónTodos somos diferentes y, en cambio, desde pequeñitos empezamos a compararnos y… ¡Seguimos jugando a ese juego ya de bien mayores!

Las comparaciones, en su justa medida, pueden ser una fuente de motivación para alcanzar objetivos o llevarnos a mejorar aunque, cuando son excesivas, nos conducen a conductas autodestructivas que procuran malestar y una merma importante en nuestra autoestima. Y es que, cuando las comparaciones nacen de nosotros mismos, suelen aparecer de una percepción algo distorsionada sobre cómo nos vemos y lo irrisorios que nos parecen nuestros logros, virtudes, atributos… ¿El resultado? Nos sentimos defraudados e inferiores, con amplias fugas de energía y autoconcepto.

Si quieres conocer la medida en que te comparas y de qué forma afecta sobre ti…

¡Te animo a hacer el siguiente Test de la Comparación!

  1. ¿Cuántas veces al día te comparas con otra persona? La única forma de reducir este hábito automático o de saber poner límites cuando es poco beneficioso es tomando consciencia…
  2. ¿Qué sientes cuando juegas a la comparación? Si la comparación te motiva o potencia… ¡Adelante, está genial! En cambio, si te presiona, te merma o te llega a hacer sentir mal… Quizás ha llegado el momento de parar el juego.
  3. ¿Eres justo en las comparaciones? Si decides compararte, sé justo/a y no compares tus puntos flacos con los puntos más fuertes de otra persona.

¿Te comparas más de lo que creías y ello puede estar causando estragos?

Recuerda que tener nuestros propios objetivos y llevar a cabo nuestras propias acciones es algo muy importante pues nos distingue y construye a diario. Todos somos diferentes y, sobretodo, lo somos porque cada cual tiene su propia historia y en cada viaje personal hay la compañía de circunstancias distintas e irrepetibles.

Pautas para controlar la comparación

  • Dedica menos tiempo a personas envidiosas que se alimentan de la comparación y rodéate, por contra, de personas sanas y positivas que valoren las diferencias y las virtudes de cada persona.
  • Todos podemos tener virtudes y que yo sea buena en algo no significa que tú ya no puedas serlo (¡no se reparten ni se agotan!).
  • Valora tus propias cualidades y cultívalas para que cada vez sean más y de mayor tamaño.
  • Admira lo bueno que tienen los demás y aprende de ellos. Aprender de alguien o modelarle no significa copiarle, imitarle ni situarte en una posición inferior.
  • Si no puedes vivir sin dejar de comparar… ¡Compárate contigo mismo/a! ¿Cuáles han sido tus progresos desde el mes pasado hasta hoy?

Soy tan malo como el peor, pero gracias a Dios, soy tan bueno como el mejor.

(Walt Disney)

 


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