La ciudadanía libre y decente está en guerra contra los políticos, que son el gran obstáculo que impide un mundo mejor y, aunque no lo parezca porque siguen exhibiendo todo su poder a través de los medios de comunicación comprados, los políticos están perdiendo su miserable guerra contra los ciudadanos, a los maltratan y expolian en lugar de servirlos, como es su deber en democracia. Ya no les resulta fácil engañar, ni ocultar su abusos, corrupciones y arbitrariedades. Ya no pueden aprobar, como en el pasado, leyes miserables e injustas sin sufrir castigo en las urnas. Ya tienen miedo a las protestas, los abucheos y las pitadas en las calles. Ya hasta temen ser increpados en restaurantes y especios públicos. Los políticos se convierten en enmigos del pueblo y se rodean de guardaespaldas por miedo a que los ciudadanos decidan vengarse de las humillaciones y agreciones que sufren. Ellos son conscientes de que están siendo derrotados y por eso cada día mienten más, engañan más al pueblo, lo manipulan y disfrazan sus decisiones. Pero sus canalladas terminan siendo conocidas y su bajeza sale a flote, tarde o temprano. El mejor ejemplo es el del ex presidente español Zapatero, que, a pesar de los esfuerzos del PSOE por promocionarlo, es cada día más repudiado y despreciado por una ciudadanía que sabe que fue un imbécil en el poder, un tipo nefasto que hizo profundo daño a España abriendo las puertas a la bajeza del sanchismo y con decisiones tan estúpidas como haber eliminado el Plan Hidrológico Nacional, por presiones del independentismo, un proyecto en marcha que habría solucionado en gran parte la actual sequía en España. ---
Los políticos están en retroceso, derrotados y con sus miserias al descubierto. No pueden presentarse ya como servidores o como salvadores porque el pueblo los conoce y sabe que ellos se enriquecen con el dinero de todos y que sirven más sus propios intereses y los de sus partidos que los del ciudadano.
El descrédito alcanza a toda la degradada chusma que ejerce el poder sin respeto al pueblo, en contra de la verdad y tras haber emputecido la democracia. La suciedad envuelve a los políticos, pero también a la mayoría de los jueces, a los periodistas y a multitud de cargos, culpables todos de haber construido un mundo repugnante, donde han desaparecido la Justicia, la verdad, la decencia y multitud de valores.
Se han apoderado del Estado y han ocupado las instituciones, pero a cambio están pagando el tributo de ser despreciados y odiados por los ciudadanos, que ya no les perdonan sus canalladas.
Hasta los procesos electorales, que son el corazón más intocable y sagrado de las democracias, están bajo sospecha y han perdido la confianza de los ciudadanos. España es todo un ejemplo mundial de deterioro de su proceso electoral con al menos la mitad de su electorado desconfiando del recuento y resultado de las elecciones, acusando a los gobernantes de haber organizado un gigantesco fraude para conservar el poder.
Aunque el repudiado Pedro Sánchez lo imponga por la fuerza, más de la mitad de los españoles rechazan que los peores españoles, los más desleales y llenos de odio a España, redacten leyes y gobiernan amparados por un socialismo que se ha degenerado con el sanchismo hasta extremos insospechados.
Cada día son más los españoles que se alejan del sistema, se abstienen, votan en blanco o apoyan a partidos como VOX, que quieren cambiar la deriva corrupta y malvada de los políticos 180 grados y que no soportan que sus destinos estén en manos de ex terroristas, golpistas y comunistas con pasado asesino.
Un "nuevo orden" que representa una política de libertad y decencia avanza, conducido por los demócratas, que se opone a ese Nuevo Orden Mundial corrompido y totalitario que quieren imponer las élites multimillonarias del planeta, las que ejercen un poder bastardo desde las sombras y cuenta con la complicidad sucia y traidora de miles de políticos, entre ellos los socialistas españoles.
El nuevo orden que quieren los demócratas de todo el mundo y la gente decente y de principios es diametralmente opuesto al actual que nos han construido los políticos: un mundo donde los corruptos no tengan sitio, donde miserables como Pedro Sánchez no puedan llegar al poder y donde partidos como los que propagan el odio y la división sean ilegalizados, un mundo de valores en el que los políticos sirvan al pueblo en lugar de esquilmarlo y explotarlo, un mundo donde el autogobierno ciudadano tenga espacio y este dominado por el amor, la cooperación, la solidaridad y grandes valores como el esfuerzo, la paz, el respeto y otros.
La lucha es entre los dos modelos: el de las élites en las sombras y su corte de políticos sin ética, y la de los ciudadanos que queremos un mundo mejor, sin corruptos parásitos ni depredadores incrustados en el Estado y las instituciones.
Francisco Rubiales