Esta semana estuve en Madrid visitando la exposición de “Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos.” y no puedo dejar de recomendaros a tod@s que, si tenéis oportunidad os reservéis tres horas de vuestro tiempo para verla. Si, sales agotado. Si, te contagias de sentimientos que no deberían existir. Si, la necesitas.
A veces nos hace falta una bofetada de realidad para comprobar los extremos hasta los que un ser humano puede llegar. Y, aunque duele, después del golpe de crueldad, fanatismo, mentira y odio, viene un viento de generosidad, fuerza, fé y compañerismo que te ayuda a recuperar un poco de confianza en la Humanidad.
Somos capaz de lo mejor y de lo peor, y la delgada línea entre lo uno y lo otro está terriblemente relacionada con la capacidad de ser críticos, de tener una opinión bien formada y una voz fuerte para compartirla frente a fanatismos. Está ligada indefectiblemente a la educación.
No supimos cuidarla no hace mucho y no tan lejos. Pero hagámoslo ahora con lo que tenemos cerca.